Eterno verano.

martes, 25 de noviembre de 2014

Derviche.

Sé que esto no es Konya y que si giro es porque me gusta girar, obedeciendo a mis propias reglas. Otras veces la vida me gira, pero de eso ya no quiero hablar.

En ocasiones solo quiero estar en mi habitación, sumergido en mi Iconium personal al que alguna vez denominé "el aposento alto". Me escondó detrás de la ventana oscurecida y miro la cruz del cerro San Cristóbal y la caprichosa forma del cerro a su izquierda, que desde aquí parece una pirámide escalonada, de esas de Egipto que quedan opacadas por la gloria de Keops, Kefrén y Micerino. Mi mente vuela hasta los desiertos y me imagino en medio de una oración, enfundado en un traje negro con un paño de cruces sobre mi cabeza. Camino por un estrecho pasadizo, cojo un libro encuadernado en piel de oveja y recito una letanía en letras que parecen griego pero con algunos signos distintos.

Pero regreso a mi ahora. Debo girar.

Desde niño disfrutaba haciéndolo. Me ponía en mitad de la sala y giraba sin sentido. Pasaba varios minutos girando y maravillándome de cómo de esa forma podía comprobar que el mundo parecía estático, y sin embargo, se mueve. Cuando a los 12 años abrí esa revista en la que unos hombres giraban sobre su eje en medio de melodías universales me sentí extrañamente comprendido. Algunos giraban en medio de los parques, de la nada, como signo de la verdadera libertad que te proporciona la unión con Dios. Esa que también comprendo y que te hace ser auténticamente libre: solo hacer lo que te nace sin importarte las burlas de los "profanos".

Es maravilloso cuando giras y poco a poco el viento, la luz y la naturaleza se van uniendo a tu girar y sientes que te vas equilibrando con el ritmo de los giros de la Tierra primero, y después de los planetas y del Sistema Solar todo, hasta hacerte uno con el universo. Allí en la casi olvidada Iconium, aquí en el humilde cuarto de una quinta empobrecida de Monserrate.

En algunos momentos, y por breve tiempo, encuentras con quien girar. Y como todo lo bello, se da de forma espontánea. Empieza como un movimiento errático, temeroso, pero liberador in crescendo. Cuando menos se dan cuenta. ambos giran alrededor del mismo eje, un eje invisible en medio de la oscuridad. Ya no importa el ruido mundanal, ya no importan las miradas, ni siquieran importan las luces que de cuando en cuando centellean. No importan las palabras porque la única comunicación es la del alma hablando en el silencio. Ambos giran y giran y sus chakras van equilibrándose mientras la kundalini empieza a subir por sus columnas vertebrales. Y terminan armonizados. Desde entonces, o al menos en ese entonces, nada volverá a ser igual.

Qué maravilloso es cuando encuentras a alguien con quién girar. No importa si son segundos, minutos, horas o años. Ya sabes lo que es un giro y siempre lo buscarás. La gran aventura ha comenzado.

domingo, 23 de noviembre de 2014

La taza de Navidad.

Cuando era niño (y aún hoy) esperaba con muchas ansias la Navidad. En ese entonces no tenía mucha conciencia de su real significado y me emocionaba, más que nada, ver a mi familia reunida y aparentemente feliz. Creo que fuí de la última generación de niños que creyó (al menos hasta antes de entrar al colegio) en la existencia de esa obesa fusión entre San Nicolás y la Coca Cola llamado Papa Noel. Hasta que una de tantas navidades pillé a mi papá dejando los regalos en la habitación mientras mi mamá intentaba distraerme. No representó ningún choque porque me pareció más emocionante ver a mi papá, persona de pocos detalles, dejándome regalos. Por eso, el día que tenga hijos, les diré claramente que los regalos navideños se los damos sus padres, sus tíos o sus abuelos y no personajes imaginarios auspiciados por transnacionales.

Con motivo de la Navidad, mis padres y tíos me regalaron muchas cosas interesantes y que aún hoy me gustaría tener: Juegos de Lego, robots de juguete, carritos, un helicóptero a control remoto, dos trenes a pilas que armaba en el suelo de la sala, libros, ropa, una cámara de fotos, etc. Pero curiosamente, el único regalo que continué utilizando hasta casi los 20 años de edad fue el más humilde de todos: una taza navideña.

Era roja con verde y tenía una figura de Papa Noel sobre su trineo. La utilizaba para el desayuno, los refrescos o el café de la cena. Siempre estaba presente, a un lado del lavatorio de la cocina, lista para otro uso.

Hasta que un día cayó al piso, rompiéndose. Si por mí fuera la hubiera pegado y guardado como recuerdo, pero mi mamá, bastante más práctica, la botó cuando yo no estaba, si bien debo ser sincero y decir que en ese momento no me afectó mucho.

Fue hoy, más de siete años después, cuando, tras realizar compras en un centro comercial encontré el anuncio de unas tazas navideñas al humilde precio de S/. 2.50. Vino el recuerdo y compré una. No se parece a la que tenía pero es un pequeño regalo simbólico que quiero hacerme a mí mismo. También había un tren de juguete con grandes rieles a precio módico que me provoca comprar.

Dicen que siempre es bueno engreírse a uno mismo. Solemos invitar a nuestros padres, amigos o novias a comer algo o ir al cine pero muchas veces somos nosotros nuestros grandes olvidados. ¿Nos ocupamos de regalarnos un minuto de tiempo frente al mar, un café en algún bonito rincón de la ciudad o ese objeto que tanto nos gustaría tener, cuando tenemos finalmente la oportunidad de adquirirlo?

Para mí, la taza de Navidad representó mucho más que un simple contenedor de bebidas. Representó un regalo acogido con el agradecimiento y la mente nada ambiciosa y sincera de un niño. Representó el amor y el cuidado de unos padres que no solo me aman, sino que en algún momento también se amaban entre sí y que se preocupaban por darme alegrías aún con los más pequeños detalles.

El hecho de regalarme una en estos momentos, cuando las cosas no me van muy bien y estaré unos días solo en casa, representa el compromiso de amor propio de tener siempre momentos de silencio personales para escuchar lo que mi voz interior tenga que decir. De sentirme afortunado por mis logros y por todo aquello que la vida me tenga que dar. Y de siempre, siempre escuchar a mi corazón y regalarle alegrías y bienestar por sobre toda la interferencia y ruido exterior que me pueda rodear e intentar aturdir.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Exteriores e interiores.


Después de muchos años he llegado a la conclusión de que las personas son como cierta iglesia, escondida en medio de la bulliciosa avenida Wilson. Por fuera parece un simple edificio naranja, pero cuando dejas atrás su pesada puerta de madera, te encuentras con uno de los lugares más pacíficos del Cercado de Lima. Un lugar cargado de paz, penumbra y soledad.

Me refiero con esto a que hay personas que son verdaderas joyas, pero al estar influenciados por la superficial y materialista cultura que ha infectado Occidente, no nos tomamos la molestia de conocerlos. Cuántos amigos y amigas de verdad nos habremos perdido por rechazar solo su cáscara exterior. Y cuántas veces nos habremos dejado engañar por el falso brillo exterior de lo que parecía oro y terminó siendo piedra de fantasía.

Dicen que en el mundo no hay nada perfecto y es por eso que, muchas veces, la belleza exterior no va del todo aparejada con la realidad interior. Tras varias experiencias propias y ajenas en este sentido, ya no creo en caras inocentes sino que emprendí la búsqueda de los escasos corazones puros. Los rostros de aparente inocencia pero que ocultan corazones podridos son como las buenas intenciones: de ellas está lleno el infierno (y la Tierra).

La única forma de conocer la verdadera esencia interior de las personas y no equivocarnos es esa: conociendo. Pero conociendo de verdad. ¿Cuántas veces creemos que conocemos sin saber nada en realidad? Todos tenemos una u otra máscara, todos buscamos protegernos y agradar a los demás. Es evidente que vamos a mostrar nuestros actos más amables o llamativos (como el pavo real meneando la cola) cuando queremos agradar a nuestro entorno, pero cuando la gente se va, nuestro bullicio interior es otro, nuestras preocupaciones vuelven, y nuestras verdaderas motivaciones salen a flote. Solo conociendo ese lado de los demás sabremos si estos pueden ser beneficiosos o dañinos para nosotros y si sus intenciones son buenas o malas.

Mi reflexión del fin de semana sería esta: Has un alto en tu ajetreada rutina y preocúpate por conocer cuánto de realidad y cuánto de fantasía hay en tu percepción de las personas que te rodean. Conócelas, sean buenas o malas, nunca tendrás pierde. Si son buenas, quédate junto a ellas y siéntete afortunado, porque los amigos son un verdadero tesoro; y si no lo son, aprende la lección para no equivocarte la siguiente vez, y aún si te equivocas, que no sea de la misma forma. Si piensas (como escuché en algún lugar) que no es necesario conocer de verdad a la gente de tu entorno porque eso "no es productivo" para tí, reconsidéralo: lo único que te llevarás tras la muerte no son tus sueldos del trabajo, sino las experiencias que hayas vivido con quienes te cruces en el camino de la vida. Trata de que estas experiencias sean agradables y edificantes para que llegues al final de tu vida terrenal con una sonrisa, rodeado de gente amada y con la certeza de no haber sido dañado ni haber hecho el mal a nadie.

martes, 11 de noviembre de 2014

Algunas impresiones personales tras el VII Congreso Internacional de Ovnilogía (Lima, Perú).

Entre el 6 y el 9 de noviembre de 2014 se llevó a cabo el VII Congreso Internacional de Ovnilogía auspiciado por la secta ufológica Alfa y Omega.

Asistí dos de los cuatro días y debo decir que, aunque hubo puntos buenos, hubo otros que me decepcionaron.

Quizá lo mejor del Congreso (al menos de lo que pude observar) fueron las intervenciones del periodista e investigador mexicano Yohanan Díaz Vargas, quien, entre otras cosas, habló de la aparición de extrañas luces en los alrededores de varios volcanes mexicanos, entre ellos el Popocatepétl, así como de humanoides en los mismos lugares. También habló de aquellos ovnis que no son visibles a simple vista, pero que quedan registrados en fotografías y filmaciones, sean estas con cámaras comunes, de visión nocturna u otras.


La ponencia de la supuesta contactada Gladys Córdova fue francamente decepcionante y básica, en mi opinión. Mostró la supuesta filmación de un humanoide gigante en un lugar que llamó Cerro de la Amistad, a las afueras de Lima, pero cuya ubicación se negó a dar "para evitar que vaya mucha gente y se pueda caer porque el terreno es muy escarpado". Y entonces ¿cómo es que ella sí se arriesga? Si hay algo de verdad en ese caso pues debería mostrar el lugar para que otros investigadores tengan acceso y contrasten sus datos.


Además mencionó que vió un objeto luminoso que se movía al son del sonido de la música que puso en una radio. También dijo que su hijo, que no sabía tocar violín, empezó a tocarlo como si supiera hacerlo. Fue en ese momento en que varios de los asistentes de la sección Mezzanine (donde me encontraba) murmuraron y soltaron una que otra risa, ya que el violín era completamente desafinado y, además, ¿para qué llevar un violín si no lo saben tocar? No tiene lógica.


Lo que terminó de hacerme dudar de este congreso es que los dos días en que asistí quien cerró las conferencias fue Antonio Córdova, contactado y uno de los fundadores de la secta Alfa y Omega y que, como era de esperarse, auspició ese evento quizá no tanto para la difusión científica e informativa sobre los temas del fenómeno ovni sino para promocionar sus ideas. Para él los extraterrestres serían prácticamente dioses que le revelaron una serie de "rollos del cordero" que serían los que estaban profetizados en el Apocalipsis para el final de los tiempos y hasta le indicaron cómo construir las naves.


Lo diré claramente: No creo que Antonio Córdova esté mintiendo. Creo, como considera J.J. Benítez con respecto a muchos contactados, que ha sido engañado por los seres con los que se haya encontrado. Es lo mismo que ha ocurrido a lo largo de toda la historia de la humanidad: seres venidos de las estrellas que, aprovechándose de que eran vistos como dioses, manipulaban a la gente a su antojo, creando religiones cada una más estrafalaria que la anterior. Es lo que pasa con el asunto de las supuestas "apariciones marianas", pero el caso de Alfa y Omega con su mención de las "divinas (!?) naves plateadas" supera todos los límites inimaginables.


Bueno, a continuación algunas fotos y videos para ilustrar mejor el evento.



El platillo volador con muñequitos de Barbie y sus amigos a modo de extraterrestres nórdicos que recibía a la entrada.

Literatura de Alfa y Omega.


Yohanan Díaz Vargas en el lente de alta definición de mi celular.


La conferencia de Antonio Córdova.


Antonio Córdova en la conferencia de cierre en el local de Alfa y Omega. Nótese que el platillo volador ha sido puesto al centro del escenario.


Decoración estelar del local de Alfa y Omega.


El hermano Antonio y sus viajes al planeta Amarillo.


Los rollos de Alfa y Omega nos desvelan la geometría oculta de las Líneas de Nazca dejando chiquito a History Channel.


Uno de los rollos dictados telepáticamente por los extraterestres.


Arriba, el hermano Luis y un ovni dándole su bendición. Abajo, Cristo rodeado de platillos voladores.


Luis y Antonio, fundadores de Alfa y Omega, rodeados de platillos voladores.

El ovni que recibía a la entrada del Congreso ¡y voló!


Yohanan Días Vargas y los ovnis en los volcanes mexicanos.


Yohanan Díaz Vargas y el ovni translúcido de la Torre Eiffel.


Yohanan Díaz Vargas y los humanoides del volcán Popocatepétl.


Gladys Córdova y la nave que prendía y apagaba sus luces al son del melodioso violín.


Antonio Córdova y su mensaje de cierre del sábado 8/11/2014.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Las tierras altas de Lima: Oyón.


Cuando hablamos de lagunas altoandinas de celestes aguas pensamos en Áncash. Cuando nos mencionan el huayno con arpa quizá pensemos en las alturas de la provincia de Huaral. Y cuando recordamos que ya es tiempo de relajarnos en algún baño termal quizá deseemos ir a Churín, pero no, resulta que todo eso junto y mucho más, también podemos encontrarlo en uno de los lugares injustamente poco conocidos que están cerca a nuestra capital y ese es Oyón.

Para llegar debemos tomar un bus en el jirón Zavala (paralela de Abancay) y en cinco horas (y tras haber pagado 20 o 25 soles) estaremos en nuestro destino. Por estas épocas hace un frío de la... gran conciencia y los 3.600 metros sobre el nivel del mar se hacen sentir en la forma del soroche, por lo que es recomendable llevar Gravol para el camino. Una vez en el lugar deberemos elegir nuestro hospedaje y disponemos de varias opciones, todas medianamente buenas con una sola excepción de la que hablaré al final de este post.

Oyón se caracteriza por algunas cosas interesantes. En primer lugar, la ciudad es conocida como "la cuna del arpa" o más específicamente, del huayno con arpa, ese género musical que en estas últimas décadas se ha generalizado en la mayor parte de los Andes. Los oyonenses son muy conscientes y están muy orgullosos de ese legado.




En segundo lugar, es una ciudad de mujeres tejedoras. A donde quiera que vayamos encontraremos a muchas de ellas tejiendo con gran habilidad ya sea en la mañana, la tarde o la noche, en el mercado, cerca a la iglesia o en las afueras de alguna casa. Es una forma de pasar el tiempo libre, según nos dijo una señora que tejía junto a un grupo cerca del despacho parroquial.



Las casas son sencillas y en muchos casos se encuentran fuertemente erosionadas por los elementos. Esto recuerda a algunos lugares de Áncash, principalmente del Callejón de Conchucos, por lo que más de una vez sentí que me sobrevenía un deja vú. Hasta aquí, todo "normal". Pero lo realmente "curioso" es que mientras ese es el estado de las casas del poblador común, la municipalidad provincial es un enorme edificio, provisto de auditorio, cámaras, reflectores, lunas azuladas y construida íntegramente en cemento y ladrillo, con colaboración de la minera Buenaventura.

Una de tantas viviendas.

Tunas y otras plantas crecen en los bordes de los tejados de algunas casas.

Callecita oyonense.

Ovejas en calle oyonense.

Municipalidad provincial.
A algunos kilómetros de la ciudad de Oyón se encuentran interesantes atractivos dignos de ser restaurados y promocionados. En lo arqueológico encontramos, por ejemplo, los restos de la fundición colonial de Pomamayo y también los restos prehispánicos de Marka Marka, que se encuentran en total abandono, casi totalmente cubiertos por la maleza y parcialmente destruidos por la construcción de la carretera. Aquí, al atardecer, mis compañeras tuvieron algunas extrañas percepciones sonoras y visuales, probablemente debidas a espíritus de la naturaleza, y una de ellas tomó fotografías donde aparecen orbs, a pesar de no ser un lugar particularmente húmedo ni polvoriento.

Marka Marka al atardecer.
Regresando hacia Oyón nos encontramos con el pequeño pueblo de Ucruschaca, cuyo principal atractivo es la fuente de su plaza principal cuyas aguas albergan alevines de trucha.


Cerca a Oyón también encontramos al pequeño Llanganuco de la serranía limeña: la laguna de Patón con sus celestes aguas que reflejan el cielo y las montañas antaño nevadas de la cordillera. Un lugar tranquilo, hermoso y que se presta para hacer campamentos y pasar momentos de relajación.



También en las cercanías de Oyón se encuentra el centro poblado de Viroc con sus aguas termales ferrosas. Me recordaron a las aguas termo-minero-medicinales que mencioné en el post sobre mi visita a Pomabamba, solo que en este caso las instalaciones son más modernas y tienen más pozas para bañarse, ya sea individual o grupalmente por S/. 2. Una experiencia reconfortante.


Pero no debo olvidar que mi visita a Oyón se llevó a cabo en el contexto de la celebración por el Día de Todos los Santos o de los Difuntos. Como en la mayoría de poblaciones de la serranía peruana, la gente se acerca al cementerio local a recordar a sus parientes o amigos fallecidos, bebiendo sobre sus tumbas, limpiándolas de maleza, poniéndoles velas o incienso, llorando, riendo, y haciendo que, por un día al año, la vida y la muerte se entrecrucen y estén un poco más cerca la una de la otra, casi tocándose las manos.

Uno de los "ángeles del Apocalipsis" que vigilan la entrada al Cementerio Los Ángeles.






Como todos sabemos, la globalización amenaza con llegar hasta los últimos lugares del mundo. Es así que en Oyón encontramos una todavía débil e inicial presencia de la anglosajona "festividad" del Halloween, en la forma de algunos niños disfrazados y recorriendo la ciudad con calabazas de plástico en la mano. Lo más curioso es que no gritaban "Jalowín" como los niños limeños sino "Dulce o truco" tal como los niños de los países anglohablantes (trick or treat).


Y finalmente, nada como acabar el día yendo a misa. Aunque el sacerdote es un malhumorado que no quiso darnos información para nuestro trabajo y prácticamente nos tiró la puerta del salón parroquial bajo la excusa del "estrés". Quizá sea por actitudes como esas que diversos grupos evangélicos, adventistas y Testigos de Jehová se encuentran cada vez más presentes en la pequeña ciudad. Pero aún así, evangélicos y adventistas también conservan la tradición y acuden a saludar a los difuntos al cementerio, aunque "sin tomar licor, solo con gaseosa" como nos dijo un señor evangélico.

La iglesia de Oyón.
El plus:

1. Lo recomendado: El poderoso caldo con su trozo de cordero que venden en el mercado de la ciudad es imperdible. Recomiendo ir al mercado y no, por ejemplo, a cierto restaurante que en su nombre dice seguir la tradición del lugar pero que vende principalmente lomo saltado o arroz chaufa.


2. Lo no recomendado: Si buscan un lugar donde hospedarse caminen más pero no caigan en la tentación de quedarse en el Hostal Selene, cercano a la plaza. Yo tuve la mala elección de quedarme ahí y las habitaciones son un asco, la dueña y su hijo son de lo más malcriados, en la noche no se puede dormir por los borrachos que hacen escándalo y los baños están sucios. Una mala experiencia. Recomendables son, por ejemplo, el Hotel Turístico de la Comunidad Campesina de Oyón o el Hotel El Minero.

Cuarto del Selene. Lo peor fue cuando el hijo de la dueña abrió la puerta con su llave maestra, sin permiso, para decir "si también estábamos tomando".
En fin, dadas estás indicaciones, no me queda nada más que decirles que ¡visiten Oyón! :)

Me encantó ese dibujo :)