Eterno verano.

sábado, 7 de febrero de 2015

La (casi) olvidada Costa Verde de Miraflores.

Hace unos días emprendí un breve recorrido playero por nuestra tan cercana como injustamente olvidada Costa Verde, específicamente por el sector miraflorino, que empieza en las rocosas Makaha y Redondo y termina abruptamente y de la peor manera cerca al límite con San Isidro, en medio de un terral.




Por alguna razón (que no sé), el mar que baña estos lugares es bastante más verdoso que el de las playas del sur. Y también más frío (pensándolo bien, esa característica debe ser la que propicia un mayor crecimiento del fitoplancton). Supongo que el nombre de Costa Verde hace referencia al color de las aguas y no al verdor de los acantilados, que son mayoritariamente pelados, al menos desde hace varias décadas, cuando las filtraciones de agua dejaron de caer como consecuencia del reemplazo de las áreas de cultivo por urbanizaciones.




Los veraneantes que se broncean en Makaha y Redondo suelen ser principalmente surfers y algunos miraflorinos y barranquinos que no tuvieron tiempo para ir hacia el sur y decidieron echarse sobre las piedras calientes de estas playas, las que a eso del mediodía se calientan tanto que te hacen sentir como en una suerte de pachamanca.

Hablando de ello, es sumamente relajante estar ahí al atardecer y escuchar el sonido del vaivén de las olas sobre las piedras, llevándolas y trayéndolas de vuelta con agradable ritmo. Y por supuesto ¿por qué no? acompañar el momento con un vinito.










Sobre las rocas de los espigones es posible observar gran cantidad de algas, pequeños mejillones y uno que otro cangrejo.




Una de las playas más desaprovechadas es la conocida como Tres Picos. Casi no tiene veraneantes, excepto uno que otro surfer y alguna familia que estaciona brevemente su automóvil para remojarse los pies o tomarse selfies con el Morro Solar de fondo. Sin embargo, en 2010, el gobierno construyó un bonito parque y malecón, con bancas e iluminación, que sería perfecto si no fuera porque está casi completamente abandonado y poco a poco va siendo afectado por los elementos.







Llegando a San Isidro, la playa va desapareciendo tras una barrera de desmonte y piedras seguramente provenientes de los ocasionales derrumbes de los cercanos acantilados. En estos lugares, las solitarias gaviotas son las únicas dueñas del lugar y la presencia humana es casi nula.





Puentes abandonados por la gestión de Susana Villarán, lozas deportivas totalmente abandonadas, con los arcos carcomidos por la brisa cargada de sal, algunos viejos árboles de épocas difíciles de precisar, tierra, gaviotas y desmonte es lo último que encontramos en el extremo norte de la Costa Verde miraflorina. Seguir hacia San Isidro es casi imposible, ya que las obras inconclusas no dejan ni unos pocos metros de camino para poder continuar a pie. ¿Cuándo llegará el día en que alguna autoridad se preocupe por aprovechar y habilitar lo que bien podría ser un punto de atracción, no solo para el siempre mentado turismo, sino para los propios limeños?









Pónlo de fondo: Así sonaba la radio hace 20 años, en el verano 1994-1995, cuando la gente iba más a Redondo :)

3 comentarios:

  1. la costa verde me trae buenos recuerdos!!
    de cuando no estaba prohibido tomar en las calles ni en la madrugada. jajajaja

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  2. La verdad es que he ido poco, pero me han gustado esas veces, aunque no he entrado al mar. Quizás de niña lo hice, no lo recuerdo. Tengo pocos recuerdos de playas limeñas, la que más recuerdo es San Bartolo.

    Pero ir a relajarse a la costa Verde, ya es bonito ^-^

    Saludotes!

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