Eterno verano.

domingo, 24 de abril de 2016

Hay otros mundos, pero están en este.

Descubro a mi gata mirando fijamente una y otra vez un punto en concreto de mi habitación, donde no parece haber nada, al menos para mis ojos humanamente miopes.

Una amiga me escribe angustiada al wasap, para contarme que había tenido un sueño con el pasado de la familia de su novio. Un hecho que no pasaría de ser anecdótico si no fuera porque vislumbró lugares, personas y situaciones que no tenía ninguna manera de saber. La gente suele soñar con el presente o el futuro, pero eso es muy mainstream, así que mis amigos sueñan con el pasado; algo bastante raro.

Yo mismo, durante varias noches, he soñado con lugares que nunca he conocido y que ni siquiera sé si existan. En mis sueños sacaba el celular y quería tomar fotos a esos paisajes, pero algo me decía que no lo haga, porque el sueño podría convertirse en la realidad. Era consciente de que estaba soñando, pero quería despertar, porque sentía que estaba perdido y que no sabía cómo era que había llegado hasta esos extraños países de lenguas, monedas y costumbres totalmente ajenas.

Otra persona de mi entorno, escéptica ella, empezó a creer que existía una realidad más allá de lo visible cuando, una noche al llegar de trabajar, vio cómo las luces de una habitación, sin haber nadie en casa, se encendían y apagaban. Otro experimentó una súbita expansión de la conciencia mientras meditaba, permitiéndole sentir su "tercer ojo como una mariposa que expandía sus alas desde la frente hacia las orejas, para después retraerse y desaparecer".

"Todo es real, todo esto existe. Todo es verdad", exclamó después de su experiencia.

Estas son solo algunas de las cosas que nos hacen decir, junto a Paul Éluard (que seguramente lo dijo refiriéndose a cualquier otra cosa, pero eso no viene al caso):

"Hay otros mundos, pero están en este".

¿Qué carajo?
.
¡Taaambién viene!

¿Y si se tratase de breves vislumbres de otras realidades? Dejemos que Genio Palacios, desde España, nos dé algunas pistas al respecto echando mano de su pizarrín ilustrativo.


viernes, 22 de abril de 2016

El problema de los nombres.

El problema de los nombres es que, si bien el lenguaje no crea la realidad (contrariamente a lo que ciertos seres creen) sí puede ir modificando, con su repetición, la percepción que tenemos de las cosas y nuestra actitud hacia las mismas. Les pongo un ejemplo casero (y personal): Solemos llamar guindones a las ciruelas pasas, hasta tal punto que podemos olvidar que son ciruelas, atiborrándonos de ellas como si de inocentes higos se tratase para después sufrir sus efectos laxantes, situación que hubiéramos evitado si recordáramos permanentemente que se trata de ciruelas, marrones y arrugadas, pero ciruelas.

Inocente, en apariencia.

Pasemos a algo totalmente serio. Deambula por ahí mucha gente que ya olvidó quiénes iniciaron y llevaron a cabo el terrorismo de los 80s e inicios de los 90s en nuestro país, porque les han hecho creer que lo que hubo no fue terrorismo sino "conflicto armado interno", "lucha armada", "violencia política", siempre y cuando se trate de los actos de Sendero Luminoso o el MRTA, claro; mientras que a la respuesta del gobierno y los militares la llaman "terrorismo de Estado". Se busca maliciosamente confundir a los culpables con los que luchaban para erradicarlos, se les iguala o, lo que es peor, se termina considerando a los asesinos como "inocentes víctimas" y a los militares como "represores mandados por un dictador".

Es bueno recordarlo en una fecha como la de hoy, en que se conmemora un aniversario más del rescate de los rehenes de la residencia del embajador de Japón, que fue tomada por miembros del MRTA en diciembre de 1996. Por cierto, un judío (cuándo no los de la "secta elegida") llamado Menahem Golan creó una infausta película de nombre "Lima: Breaking the Silence", que hace muchos años fue transmitida, si mal no recuerdo, por HBO, y en donde se presentaba a "Héctor Carpa" (el emerretista Néstor Cerpa) como un guerrillero idealista, casi casi un cruce entre el Che Guevara y Jesucristo. Esto demuestra que la manipulación del lenguaje referido a nuestro pasado reciente ya dió sus frutos y desfiguró la imagen de la época más sangrienta de nuestro país, incluso fuera de nuestras fronteras.

Otra de las cosas que habría que recordar es que el Diario La República expuso en su edición del 7/3/1997 la existencia del túnel por el que ingresarían los militares de la Operación Chavín de Huántar con la finalidad de rescatar a los rehenes; pudiendo haber causado el fracaso de la misma y represalias fatales contra los secuestrados. En nuestro país esto se llama "libertad de prensa", esa diosa intocable bajo cuyo manto se asilan todo tipo de pendejadas. En otro lugar del mundo quizá lo hubieran denominado traición a la patria y ya sabemos cómo se castiga ese repugnante delito.

Digamos las cosas como son, no vayamos a terminar con indigestión o con algo mucho peor, ya no para nuestro organismo, sino para nuestro país.

jueves, 14 de abril de 2016

Entre ruinas y renacimientos.


Me sentí un poco triste la tarde del pasado domingo, aunque no me sentía tan mal al recordar que medio Perú estaba tanto o más triste que yo tras conocerse los resultados a boca de urna de las elecciones presidenciales. Pase lo que pase, el futuro del país es incierto y nuevamente las grandes mayorías hacen que se tenga que elegir no por convicción sino por el mal menor. Es el país que tenemos, a veces me quejo, pero en el fondo no dejo de amarlo.

La razón de mi tristeza no era porque Barnechea hubiera quedado con 7% a pesar de ser el candidato más preparado y culto (pero que decidió no comer un chicharrón ni recibir un sombrero que no le gustaba, en el momento incorrecto y en un país que se pone sensible por huevadas) sino porque mi lugar de votación cambió y esta vez tocó dirigirme a las instalaciones del que fue mi colegio hasta hace algunos años, pero que hoy es la facultad de una universidad privada. Horror y consternación me causó el ver que las aulas del bello edificio antiguo, que tantas historias (como la del "fantasma del colegio") habían albergado, se encontraban derruidas y sus restos rodeados por una malla, cual resto arqueológico de tiempo inmemorial. Una demolición que no llegó a término porque imagino que, más tarde que temprano, los mercantilistas dueños de la universidad se dieron cuenta de que era un esfuerzo inútil, y prefirieron dejar que sea el tiempo quien termine por derrumbar los históricos restos.

Ahora, no se piense que soy un viejo treintón ni cuarentón, porque no llego aún a los 30 (aunque poquito me falta), por ser de la última promoción que acogió aquel lugar; pero caminar rodeándolo y comprobar que mi cola para la votación la tendría que hacer exactamente en el mismo lugar en el que había hecho la formación de los lunes y las insufribles clases de Educación Física semanales, me causó un cierto sentimiento de fosilidad (perdóneseme el palabro) y de pertenencia a otra época. Fueron buenos y malos momentos sí, pero en el fondo la adolescencia fue una edad más sana, menos complicada y muy pero muy poco valorada por muchos. Recuerdo las palabras de mi madre cuando tenía 14 o 16: "A tu edad todos creen que la juventud dura para siempre, pero cuando menos te des cuenta ya tendrás 30 y te preguntarás ¿qué he hecho con mi vida?" Ahora estoy ad portas de ese momento y espero que mi respuesta a la pregunta sea satisfactoria y no termine entristeciéndome.

Y tristezas es lo que menos puedo tener. Resulta que hace unos días comprobé otra frase que siempre me decía, esta vez, mi tío: "Cuida tu salud, porque lo que hagas en los primeros 30 años de tu vida lo cargarás los siguientes 30". Resulta que una de esas noches empezó a dolerme el pecho, para después adormecerse parte de mi mano izquierda y hacerse patentes fuertes palpitaciones. Viniendo de una familia donde un par de personas han tenido males cardíacos ya se imaginarán lo que pensé; esa noche hasta tuve miedo de quedarme dormido, pero finalmente lo hice y a la mañana siguiente acudí al hospital, donde tras los chuponcitos del electrocardiograma y una prueba de esfuerzo me dijeron que mi corazón (tan golpeado en lo sentimental, ok no) estaba en buen estado y que lo que me pasaba era fruto del estrés que había llegado a un grado preocupante. Al día siguiente a sacar cita para terapia a fin de que me enseñen a relajarme, controlar la ansiedad y esas cosas; por lo pronto he retomado lo poco que sé de yoga, la meditación y el escuchar cuencos tibetanos, pero sobre todo, el evitar escuchar (y participar de) discusiones.

En esos momentos te das cuenta de quién te quiere y quién no. "Échate a la cama y verás quién te ama", es otra frase que escuché por ahí y que parece erótica pero no lo es: hace referencia a que cuando estés verdaderamente mal, sabrás indubitablemente quiénes son los que te aprecian y se preocupan por tí. Son días de análisis y he modificado algunas cosas: me bañé en mantequilla imaginaria para que me afecten menos los conflictos (y conflictivos) de alrededor y he cambiado mi alimentación, excluyendo gaseosas y excesivas grasas para que mi sobrepeso no sea un factor coadyuvante para con los problemas que ya tengo. Ahora me he vuelto asiduo del Tío Maca de Emancipación y su preparado de maca superhiperespecial a 4 soles que incluye chuchuhuasi, huevitos de codorniz, miel, polen, algarrobina, hojas de coca en polvo y no sé qué más.

"Mente sana en cuerpo sano", decían los antiguos. Esperemos que todo vaya mejorando y termine más saludable que el Dr. Pérez Albela pero con hartas décadas menos, claro :)

El laboratorio del Tío Maca, donde prepara sus recetas 100% secretas.

Un corazón en una saludable manzana, para expresar amor a la buena salud.

Descubriendo el saborcito natural de un pollo a la plancha en pan integral.