Eterno verano.

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lunes, 27 de noviembre de 2017

Miss Universo 2017.

Siempre me llamó la atención que un concurso de belleza estrictamente terrestre, se llamase Miss Universo. Porque o sea, Miss Mundo te lo entiendo... y ni así, porque para la elección no se toman en cuenta los cánones de belleza de todos los pueblos. Por ejemplo, en el mundo andino nos gustan bien papeaditas, mientras que en Europa les gustan muy delgadas, con los problemas de salud que ese modelo de belleza termina ocasionando. En todo caso, debería llamarse "Miss Criterios Occidentales" o "Miss Europa y lo que les gusta a los europeos de hoy".

Pero bueno, Miss Universo, no. ¿Te imaginas cómo sería un verdadero Miss Universo? Que participen las nórdicas de Ummo y las Pléyades, las de Lyra, los grises altos y los grises bajos, los gatoides, los metamórficos, las tridáctilas de Nasca, etc, etc. Menudo lío ¿qué criterio de elección seguiríamos? ¿y quiénes tendrían que conformar el jurado para asegurarnos imparcialidad? ¿y cómo haríamos para que la Tierra presente una candidatura unificada?

Lo ya dicho, sería un desmadre.

En todo caso, tendríamos que hacer un concurso entre las especies que más o menos se parecen, o sea las humanoides. Pero ¿cómo serían las preguntas de cultura y política? Las representantes de otros planetas no podrían decir que admiran al papa ni que quieren ayudar a los niños pobres de su planeta, ya que allá ni la pobreza ni el dinero ni el papa existen. No pues, eso se prestaría a mucho truco y podría ocasionar una verdadera pelea interplanetaria.

O a lo mejor Oliver Ibáñez tiene razón y este mundo es plano, está cubierto por una cúpula y montado sobre una tortuga y pues, solo las terrestres irán al Miss Universo por siempre.


viernes, 4 de agosto de 2017

Desconectados de lo verdaderamente importante.

"Muy pocas cosas son importantes para alcanzar la Única cosa necesaria".

UNO

Hace algunas horas leí una curiosa noticia llegada desde Europa: un señor de alrededor de 70 años gustaba entrar de madrugada a las aguas de un río para darse un baño. En reiteradas ocasiones los vecinos lo habían forzado a salir, llamando a la Policía y a los Bomberos, porque a su juicio "a lo mejor quería suicidarse"; por más que el individuo les aclaraba con total tranquilidad que sólo estaba dándose un baño, que sabía nadar y nunca estuvo a punto de ahogarse. En los comentarios, la gente opinaba que deberían meterlo a la cárcel "porque la Policía y los Bomberos gastaban dinero de los contribuyentes atendiendo esa falsa emergencia".

Pero la verdad es que el hombre simplemente disfrutaba de lo natural, como siempre lo ha hecho el ser humano desde antes incluso de ser humano; vale decir, como lo hacen desde el lobo hasta las aves al chapotear en algún estanque; pero se convirtió en motivo de extrañeza, crítica y escándalo.

La radical separación entre el humano y la naturaleza es cada vez más patente y viene aparejada con el rechazo a lo Trascendente en la sociedad posmoderna. El hombre (principalmente, el occidental) tiende a rechazar lo divino y se extraña con lo natural, mientras tergiversa su propia naturaleza para amoldarla a sus placeres y quereres más desordenados. Se convence de que sólo con transgénicos, hedonismo, tecnología desechable y tratamientos sofísticados avalados por gurús de la ciencia, su vida podrá ser medianamente soportable; sin recordar (o ignorando ex profeso) que casi toda la Historia de la Humanidad transcurrió entre sembríos y ríos, entre barro y fogatas, entre huertos y bosques, sin mayor iluminación nocturna que el cinturón de la Vía Láctea, y esa enigmática Luna que hace menos de medio siglo recién pudo alcanzar.



DOS
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Me gusta prestarle atención a lo aparentemente cotidiano, intrascendente y simple, porque allí, en lo pequeño, se encuentra lo insospechadamente bello y sorprendente.

Estaba tumbado bajo el techo de calaminas de una humilde casa de la serranía limeña, cuando capturó mi atención el foco que iluminaba tenuemente la habitación. Era del característico modelo bulbar que tiñó nuestras noches de infancia con una acogedora luz amarillenta, como haciéndole un guiño a los fuegos que encendían nuestros antepasados en las cuevas o a los lamparines de aceite que aún hoy acompañan a quienes viven en apartadas tierras. Nada que ver con la fría y deprimente luz blanquecina de los fluorescentes "ahorradores" que prácticamente nos obligan a comprar hoy (a pesar de constituir todo un peligro por el mercurio que contienen y las radiaciones que generan).

La señora de la casa nos comentó que ese foco ya tiene varios años pero que no se quema; lo que me recordó a esa pequeña bombilla que lleva más de 115 años encendida en California, habiéndose convertido en la admiración de muchos (al punto de tener un club de seguidores). Yo lo considero normal y esperable, porque se supone que los objetos deberían estar hechos para durar, como hace un siglo, y no como se hacen ahora: con obsolescencia programada "en nombre del progreso y para hacer viables las empresas". El desmedido afán de lucro y la innecesaria acumulación (lo antinatural impuesto en beneficio de un puñado de ambiciosos) reemplazaron al noble ideal del beneficio general de la gran Familia Humana, que ha terminado relegado al rincón de las extrañezas y las utopías risibles.

jueves, 16 de febrero de 2017

Añoranza de jardín.

El árbol del patio interior de la casa de una amiga, a cuya sombra me senté a añorar mi antiguo jardín.
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Cuando era niño vivía en una casa grande y antigua. Estaba acostumbrado a los dos patios: el primero, a la entrada de la casa y con una gran buganvilla cuya copa descansaba sobre el techo; y el segundo a modo de pasadizo interior, con maceteros de piedra y arcilla donde crecían, alegres y despreocupados; helechos, geranios, caiguas, coronas de Cristo, violetas, margaritas y otras plantas. En las roturas del piso era común que nacieran llantenes, cuyas hojas eran utilizadas para cubrir algún golpe o inflamación cuando había necesidad. Muchos de mis mejores momentos de infancia e inicio de adolescencia transcurrieron en esos dos patios, jugando con mis gatos e imaginando que el mundo era un lugar seguro, tranquilo, confiable y más o menos esperanzador.

Posteriormente me trasladé a un departamento y extrañé la presencia del verde elemento (no sean malpensados). Hace unos días compré una planta llamada "chavelita" y la puse en una maceta junto a la ventana (esperemos que dure). Es mi deseo volver a vivir algún día en una casa con jardín, como vivió buena parte de la Humanidad hasta no hace tanto, pero sé que ello se vuelve más difícil porque conforme pasa el tiempo hay menos casas en venta.

Cada vez son más las casas que terminan derribadas para construir en su lugar edificios-ratonera y no hay autoridad que se oponga bajo la excusa de "la libertad de empresa", "la intocable inversión" y "la libertad de los dueños de vender sus casas al mejor postor". Que distritos anteriormente tranquilos y relajados, como Barranco, se estén convirtiendo en cúmulos de ratoneras carentes de originalidad y espacio, los tiene sin cuidado. Dinero es dinero, y esa es la única ley que rige las conciencias de la mayoría de autoridades (suponiendo que tengan conciencia).

Recuerdo el caso de un buen amigo que vivió durante años en una gran casa cerca al malecón del otrora distrito de los poetas. Cuando recién llegó a vivir, podía observar el atardecer desde su patio interior, pero un mal día la municipalidad autorizó que construyeran un edificio en ese lugar y no le quedó más que observar una pared blanca por todo paisaje. Años después, sus materialistas vecinos vendieron sus propiedades por cuatro pesetas a una inmobiliaria que también le ofreció comprar su casa, cosa que él no aceptó. Sin embargo, la inmobiliaria empezó a hostilizarlo, haciendo que "casualmente" cayeran multitud de desechos a su patio interior, generando ruido a todas horas, e incluso derrumbando la pared separadora (también "por un descuido") y reemplazándola por un conjunto de tablas viejas. Mi amigo se quejó ante la municipalidad, pero evidentemente sus reclamos no fueron escuchados y tuvo que ceder y vender su gran casa a la inmobiliaria, mudándose a un departamento de la misma, pésimamente construido y donde incluso ha tenido que afrontar una inundación porque las tuberías de agua son de pésima calidad y fueron colocadas contra el tiempo.

Pero dicen que vivir en un departamento "te da libertad e independencia", y así te lo venden en la publicidad de las grandes inmobiliarias que parasitan nuestras calles.

Vayamos al factor humano: pienso que la proliferación de edificios-ratonera es otro signo del individualismo que cada vez afecta a más y más citadinos, especialmente jóvenes. Son muchos los que, teniendo una gran casa familiar con posibilidad de construir nuevas habitaciones, se dejan guiar por un errado concepto de "libertad e independencia" importado de la sociedad de consumo estadounidense, o por frases cojudas al estilo "el casado, casa quiere" y compran el departamento más barato, mal construido y ridículamente pequeño que puedan encontrar. Todo con tal de sentirse "libres y dueños de sus destinos", pero claro, pasan de depender de la opinión familiar a depender de la opinión de la junta de propietarios, que será quien castre tus reuniones sociales, tus posibilidades de traer mascotas, etc, con la excusa de "la convivencia". Porque ha de ser difícil malvivir con multitud de desconocidos estresados en cualquiera de esos gallineros verticales, no lo dudo.

Por eso, envidio sanamente y me gusta visitar a Honorio, viejo amigo de mi tío que vive a las afueras de la ciudad, en una casa antigua, y que cultiva en su jardín las plantas más insospechadas. Tiene papaya, algodón, buganvilla, albaricoque, sachapapa, uva, cactus San Pedro, e incluso lechero africano, también conocido como la planta de la vida por haber fundadas pruebas de que podría curar el cáncer. Por las paredes revolotean arañas de desierto, hormigas y escarabajos; y cuando riega las plantas, el olor a tierra mojada es francamente relajante.

Si vivir en cajitas de 50 m2 es "la modernidad" y habitar en casas de tamaño decente es un anacronismo ¡que me la chupen bien fuerte y disfruten sus ratoneras, tarados!

Y que vivan los jardines, nuestra pequeña puerta de conexión con esa naturaleza de la que formamos parte, pero muchas veces olvidamos (y que quienes dominan el mundo se empeñan en hacer que olvidemos, para deshumanizarnos e insensibilizarnos).

domingo, 13 de noviembre de 2016

El hombre que se convirtió en Mahoma.

Fue hace más de diez años, probablemente entre 2004 y 2005, no antes. Por aquella época, mis madrugadas adolescentes se llenaban de insomnio, Messenger y lecturas variadas en internet, cada una más bizarra que la anterior.

Es así como llegué hasta un foro cuyo nombre ya ni recuerdo; un rincón de opinión entre tantos otros, pero con un contenido que recuerdo hasta hoy y cuyo autor, oculto bajo un seudónimo, aseguraba que estaba basado en un hecho real. Podría ser solo otro cuento breve de viajes en el tiempo, pero esta historia en particular era verdaderamente inédita y original.

Supuestamente la historia aconteció en 2002, cuando las heridas del 11-S aún estaban muy frescas. Es entonces cuando el gobierno estadounidense habría estado probando un modelo experimental de máquina del tiempo y, siempre según el anónimo forista, decidió eliminar de raíz el terrorismo islámico enviando a un militar hasta el siglo VII con la intención de infiltrarse entre los seguidores de Mahoma para acabar con él.

Aquí es donde la historia se pone interesante: El militar logró interceptar la caravana en la cual viajaba el profeta del islam, encontrando que este era un personaje muy pacífico que no oponía resistencia. Sin embargo habría terminado matando a balazos tanto a Mahoma como a todos sus acompañantes, tras lo cual intentó regresar a su máquina temporal, lo que no logró por sufrir un accidente que le hizo perder la memoria en pleno desierto.

Una caravana que por ahí pasaba lo recogió, llevándolo hasta La Meca. En el camino, el militar solo logró tener recuerdos borrosos e incomprensibles de su tiempo, recordando imágenes de las bellas mujeres del night club que frecuentaba, los grandes parques de la ciudad donde vivía, rodeados por grandes y luminosos edificios, lo que él solo pudo identificar como visiones del paraíso con sus jardines y sus vírgenes. También recordó que iba tras un tal Mahoma, pero debido a los desvaríos producto de su afectada condición mental, terminó considerando que ese era su propio nombre, y que era un profeta que había recibido visiones por parte de Dios, las que debía comunicar a cuanta persona encontrara. También recordó algunas escenas de los duros castigos y entrenamientos de su formación militar y los identificó con los castigos que recibirían quienes no aceptaran su palabra revelada.

Es así como el hombre que mató a Mahoma terminó convertido en Mahoma mismo, y entró en la que sería la ciudad santa de los musulmanes al grito de "¡Convertíos!", fundando una fe cuyo desenlace ya conocemos y que él juró alguna vez detener.

Estoy totalmente seguro de que solo se trata de otra curiosa historia de ficción pero eso no quita lo irónico que sería que las cosas hubieran sido así ¿no? Una historia de ese tipo merecería finalizar con la siguiente frase: "Y el Destino sonrió, burlón".

lunes, 11 de julio de 2016

Pajas mentales.

Esta mala mezcla entre Tiahuanaco, Chavín y Sicán, ubicada en un distrito de Tacna surgió, sin duda, de una paja mental.


Paja mental: "Literalmente, masturbación mental. Idea o afirmación de carácter especulativo o teórico, sin otro fin práctico más que el de ofrecer placer a la persona a quién se le ha ocurrido".

Recuerdo dos momentos de mi vida académica ligados a este concepto. El primero fue cuando un profesor nos dijo que "solo tendrán veinte minutos para resolver el examen, porque más tiempo es masturbación mental y yo no estoy aquí para masturbarlos". La segunda fue durante la asesoría de un curso; cuando le presenté a la docente mi trabajo perfectamente realizado y se puso a hacer observaciones cada una más ridícula que la anterior, solo para sentir que era toda una intelectual y mucho más capaz que los jovenzuelos a los que enseña. Observaciones que no servían en nada a la mejora del trabajo sino que, simplemente, se le ocurrieron y le parecieron bonitas.

Todos nos hemos pajeado mentalmente y más de una vez. ¿Te ha pasado que, en algún momento de aburrimiento, has empezado a fantasear hasta el punto de terminar sonriendo en la calle o el transporte público mientras todos te miran extrañados? Enhorabuena: Tu paja mental terminó en un orgasmo de ideas.

A riesgo de parecer encuadrado y estereotipante, puedo afirmar que existen profesiones más propensas que otras a los pajazos mentales. No debe ser muy común que los hombres de números y cálculos (ingenieros, matemáticos, etc) tengan estos entretenimientos en su labor, pero lo he visto mucho en literatos, filósofos, artistas, diseñadores, sociólogos y politólogos. En estos dos últimos, la paja mental puede ser especialmente dañina, porque terminan trabajando en los organismos del Estado, metiendo sus ideas en las políticas públicas y jodiendo magistralmente a todo un país.

Puedo distinguir dos tipos de pajas mentales: la positiva y la negativa. La primera puede ser fuente de creatividad y no suele causar daño alguno (y si lo causa, es muy restringido y en ningún caso irreparable o permanente). Vamos a desarrollarlos brevemente:

Paja mental positiva: La paja mental positiva se encuentra a gran escala en el mundo del misterio; entre los "teóricos de la conspiración" o los "teóricos de los antiguos astronautas", por ejemplo. Siempre encontrarán el "indicio" escondido que revele que Hitler huyó a Argentina, que Elvis no murió o que los extraterrestres nos crearon por ingeniería genética. Sea como sea, no causan daño alguno y sus teorías pueden servir para más de un debate con café y empanaditas. Aquí también entra todo género de iluminados y contactados, como uno que salió en cierto programa televisivo, dejando para la posteridad la que quizá sea la mayor paja mental del siglo XXI, cuando intentaba explicar qué es el tiempo según le fue revelado por los extraterrestres:

"El tiempo que estamos viviendo, es relativo, porque un tiempo tiene su tiempo dentro del tiempo. No hay tiempo que no le llegue su tiempo en el tiempo de los tiempos. Parece trabalenguas, parece malabarismo mental, pero esa es la relatividad del tiempo".

Sublime.

Otros pajeros mentales de primer nivel son los autores (y seguidores) de los libros de autoayuda. Por ejemplo, tenemos a Coelho con sus frases dulzonas y vacías como que el universo conspira para que logres no sé qué. O los autores de libros de "cómo hacerse millonario cambiando su mentalidad", pero que no son precisamente millonarios. Joseph Smith, fundador de los mormones (con su idea de que los judíos son los antepasados de los indígenas americanos y que Cristo vino a América a predicarles) pudo haber sido, también, un exponente de este arte, si es que acaso no fue un trastornado.

Los exponentes del "arte moderno" son, muchas veces, pajeros mentales que logran admiración por pajearse de la manera más burda y descarada. No hace mucho, en un museo de San Francisco, un gran número de personas terminaron creyendo que unos lentes puestos en el suelo eran una muestra de arte moderno. Y tiempo atrás subastaron una cama con las frazadas desordenadas como si fuera arte por una gran suma de dinero. Pero para mí, la más grande y hermosa paja mental artística destos valles del centro del Perú es la que podemos observar a continuación, directamente desde un solitario lugar en plena Panamericana Norte.

Una paja mental positiva originó la construcción del "Palacio Dorado" de Puente Piedra. Es curioso, con un toquecito retro y no le hace daño a nadie... excepto al buen gusto.

Paja mental negativa: La paja mental se vuelve negativa cuando se traduce en hechos que supongan una alteración del sentido común de la sociedad o puedan causar algún daño real o potencial. Esta paja mental es el equivalente no ya a una paja, sino al sexo sin protección tenido con alguien que padezca una ITS y a sabiendas. Nada bueno puede salir de eso.

Tuve un profesor (me tocan profesores de lo más normales) que decía alegremente que en su opinión los enfermos mentales no debían ser tratados como tales, porque simplemente se trataba de personas con "otra percepción de la vida". Que no tenían alucinaciones sino "percepciones alternativas de la realidad", que debían ser estudiadas no para curarlas sino para nutrirnos de esos conocimientos y... ¿entienden, no? Pero esta paja mental no era de su autoría, sino una aplicación del término "diversidad funcional" que en última instancia vendría a significar (siempre bajo la excusa de "no ofender" y "no dañar la sensibilidad" así sea mintiendo) que no existen personas con discapacidad sino personas con diversas funcionalidades físicas, mentales, etc. Esto, a la larga, podría desembocar en no querer brindarles ayuda para la superación de sus limitaciones porque ¿para qué hacerlo si no tienen un problema sino solo "una diversidad"?

La cojudez está en el aire.

Finalmente, todas las teorías paridas por el marxismo cultural (como la ideología de género y el feminismo radicalizado) iniciaron su andadura como pajas mentales salidas del cerebro de algún señor con harto tiempo libre e interesante billetera, que quería dárselas de intelectual con sus amigos en algún café europeo. Y ya vemos los problemas que están causando al ser utilizadas por las élites para aplicar su "divide y vencerás". Los Testigos de Jehová con su idea de "no a la transfusión de sangre, so pena de expulsión" (con todas las muertes que eso ha acarreado) son también exponentes de la paja mental dañina. Y los líderes izquierdistas europeos que promocionan el aborto a pesar de que su continente está sumiéndose en un invierno demográfico y que además atacan al cristianismo mientras permiten la construcción de mezquitas musulmanas (y ya vemos cómo se lo están pagando los "agradecidos mahometanos") son tal vez los más dañinos pajeros mentales del mundo actual. Llegará el momento en que la Humanidad se cure de ese cáncer y lo arroje al basurero de la Historia.

La paja mental se cuenta sola. Este caballero no podría manifestarse de esa forma en las sociedades de las que provienen los inmigrantes musulmanes cuya entrada masiva apoya.

sábado, 2 de julio de 2016

¿Qué carajo le estamos metiendo en la cabeza a nuestros niños?

Escribo este post a propósito de una fiesta que se está llevando a cabo frente a mi casa y que, con su potente equipo estereofónico, destruye todo intento mío por avanzar trabajos universitarios o dormir.

¡Paren ya, malparíos!
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La canción más veces repetida es "Una cerveza" del grupo argentino Ráfaga, que es algo así como la canción del verano, del medio año, del invierno, y estoy seguro que también será la canción del 2016. Es una cosa realmente insoportable, que pudo ser simpática y agradable cuando no era tan común, pero ahora que la escucho en todos lados, desde la combi hasta el mencionado tono, deja de ser siquiera tolerable. Bueno, pero eso no es lo que importa.

(En este momento han vuelto a repetir la canción por tercera vez en menos de una hora).

Lo que importa es que en esa fiesta (como en las de otras familias de mentalidad simple y que tienen por hobbie el sexo sin preservativo y la reproducción conejo style) hay muchos niños presentes. Y uno de ellos (que no supera los seis o siete años) pega gritos desgarradores con la frase "porque vooos, se nota que no me querees, se nota que sha no hay amoor, entonces sha no hay más que hacer y sho me dedico al alcohoool".

Muy aparte de lo huachafo y alienado que es estar cantando como argentino cuando a leguas se te nota más peruano que una papa rellena, ponerle esta música a los niños desde edades en que su cerebro absorbe todo estímulo, lo almacena y después lo reproduce, es, cuando menos, cuestionable. Y seré políticamente incorrecto: Estoy convencido de que el hecho de que los barrios con mayor criminalidad (especialmente juvenil) o mayor porcentaje de violencia familiar bajo los efectos del alcohol (y el propio alcoholismo) sean los mismos donde predomina este tipo de música no es una coincidencia. Y si sumamos que, muy aparte de la música, se deja a esos chibolos con la televisión basura (Mayimbú y cia) como niñera de todas las tardes, no nos debe sorprender que, además de bulleros, maltratadores, borrachos y delincuentes, muchos otros, a pesar de llegar a ser ciudadanos honestos, desarrollen una mentalidad simple y sin el más mínimo concepto de trascendencia personal, por así decirlo. ¡Si se les ha enseñado a que su máxima aspiración sea esperar el chisme del día!

Sé que muchos padres dejan a sus niños viendo tele "porque no los pueden llevar con ellos al trabajo" o que otros permiten que estén rondando en estas fiestas "porque se ve chistoso el bebé bailando como borrachito o pidiendo reggaetón", pero hay que ver más allá: Con respecto a lo primero: Nadie se va a morir por no ver televisión; de hecho, gran parte de la humanidad vivió hasta hace solo unos años sin conocer la caja boba y no murieron de tedio ni se deprimieron por esa causa. Sácale la antena a tu tele mientras no estás (o el cable) y déjale a tus niños DVDs educativos, documentales, etc. Cualquier cosa será mejor que ver al humanoide que presentan en Latina por las tardes, o a los tarados que "combaten" en ATV.

Y con respecto a las fiestas, entiendo que muchos padres en su triste ignorancia cosifican a sus hijos pequeños como si se tratase de monitos, perritos amaestrados o cosas similares, pero deben entender que ese niño que hoy baila "perrea mami perrea" va a ser el mismo que años después pueda estar perreándose en serio y sin forro a cuanta bandida encuentre. Después vendrán los niños no deseados, los abortos, las infecciones de transmisión sexual, etc, y eso estimados, no les va a causar nada de gracia.

Lo que siembres, eso cosecharás. Es bíblico pero, sobre todo, es de sentido común.

jueves, 23 de junio de 2016

Castración química para los violadores.

La semana pasada caminaba por la Avenida Emancipación cuando llamó mi atención la presencia de un cartel y dos personas recolectando firmas para un proyecto de ley que contemplaría la castración química como pena para los violadores. Mucha gente se iba acercando a dejar sus datos y firma tras proferir frases del tipo "castren a esos malditos". Interrogué al señor que sostenía el kit sobre quién era la autora del proyecto y me dijo que se trataba de una "luchadora social y ex candidata al congreso por provincia".

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Buscando en internet, encontré que se han comprado kits para otras interesantes iniciativas como la reducción del mandato de los congresistas (todos sabemos que nunca va a ser aprobada por los vividores esos) o la despenalización del aborto (las feministas no se cansan de que les archiven esa propuesta).

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Pero ¿es la castración química un método efectivo? Grosso modo podemos afirmar que no, porque requiere 1. Que el maldito infeliz angelito consienta libremente que se le aplique (ya sabemos que así sea una lacra "tiene derechos humanos"), 2. El medicamento debe ser inyectado/aplicado cada cierto tiempo, de lo contrario los efectos se revierten, 3. En algunos casos, si el individuo posee la suficiente fuerza mental, puede de todas maneras tener fantasías eróticas, autoestimularse, lograr una erección y volver a violar, 4. Tienen efectos secundarios que van desde el acné severo, pasando por la depresión y terminando en la aparición de características femeninas (a ninguna persona de bien le interesa lo que le pase a esas porquerías, pero ya sabemos... "los derechos humanos").

Sinceramente, yo creo que en lugar de gastar en medicamentos, deberían hacerse las cosas a la antigua, castrarlos con unas tijeras de sastre quirúrgicamente y santo remedio. Efectivo, irreversible y que paguen por su delito forever and ever.

Aquí les dejo algunos enlaces para que valoren por sí mismos si es que la castración química es un remedio efectivo para estos enfermos. Den click en cada enlace.

miércoles, 8 de junio de 2016

La victoria de PPK como ejemplo de casualidad imposible.

A comienzo de año, nadie en su sano juicio podía pensar que PPK tenía una mínima posibilidad de ganar las elecciones. Sus PPKausas de años anteriores dejaron las cintitas multicolores de lado y se pintaron de morado, plegándose a la nueva moda de Julio Guzmán. Sin embargo a este último la prensa le dió con palo y el JNE hizo hasta lo más descarado para sacarlo de carrera cuando comenzó a ser un peligro y se ubicaba en segundo lugar. Para ese entonces, PPK estaba en cuarto lugar, estancado según algunos, y perdiendo votos a favor de Guzmán, según los más. Su campaña (en caso de haberla) no se dejaba sentir.

Las mentiras y plagios que le descubrieron, hicieron que también César Acuña fuera sacado de carrera cuando constituía otro "peligro" no menor en lo referido a poder ganar la presidencia. Una vez ocurrido esto, dos candidatos que no habían sonado ni tronado empezaron a repartirse sus despoj... digo, votos: Alfredo Barnechea y Verónika Mendoza. PPK seguía sin subir, mientras el candidato de Acción Popular se ubicaba brevemente en el segundo lugar, para caer en el olvido rápidamente a causa de un sombrero jaujino y un chicharrón cañetano. Verónika Mendoza empezó a subir en las encuestas y poco a poco PPK iba recibiendo los resignados votos de los ex seguidores de Julio Guzmán y de los seguidores de Barnechea que consideraban que su líder ya era una causa perdida. Se trataba de evitar que la izquierda pasara a segunda vuelta, así que apoyaron a PPK y este, sorpresivamente, pasó junto con Keiko Fujimori.

El panorama no podía ser más prometedor para Fuerza Popular: además de haber ganado la mayoría en el Congreso y haber sido el partido más votado en la mayoría de regiones (mientras que PPK ganó solo en Arequipa) se enfrentaba al candidato que, según las encuestas, era el más fácil de vencer en una segunda vuelta. En esos días muchos pensaban que era casi inevitable que Keiko se convirtiera en la primera presidenta del Perú.

Sin embargo, las revelaciones que ligaban a Joaquín Ramirez con el narcotráfico y el intento de Chlimper por tapar desvergonzadamente lo intapable, hicieron que la gente que iba viendo con simpatía la candidatura de Keiko terminara por asustarse. Efectivas campañas (con un fuerte componente de barro, todo hay que decirlo) de "no al narcoestado", "no al voto nulo" y sendas movilizaciones ciudadanas (bueno, también hay que decir que muchos medios de comunicación se pusieron desvergonzadamente a favor de PPK) hicieron que, en solo una semana, Keiko pasara de tener cinco o siete puntos más de intención de voto que PPK, a estar uno o dos puntos por debajo de él.

Hace unos días escuchaba un viejo programa sobre las sincronicidades y las casualidades imposibles. Digamos que el hecho de que PPK sea nuestro nuevo presidente es una de estas últimas: los candidatos que tenían todas las posibilidades de ganar fueron sacados de carrera o desprestigiados, luego pasó a segunda vuelta por el miedo a la izquierda, y luego ganó apoyándose en la izquierda por el miedo al fujimorismo.

En fin, esperemos que PPK haga las cosas bien, aunque este último gobierno me ha enseñado a no esperar nada de los políticos. Que el Señor guíe sus decisiones en estos cinco años que vienen, al fin, es Él quien dirige y permite las aparentes casualidades.

viernes, 27 de mayo de 2016

La vida como permanente competencia.

Desde niño me nació cuestionar el tema de las competencias. En el colegio las madres tenían una lucha irracional para que sus hijos "demuestren ser mejores que los demás", aunque en el fondo lo que más les preocupaba era que se les reconociese como "mejores madres" que las otras, evidenciando su propia inseguridad. Una vez en la universidad me dí cuenta que esos hijos emprendían sus propias competencias, matándose por estar en el tercio o quinto superior y usando buenas y malas artes para ello: desde dejar de dormir para estudiar más, hasta darle un regalito al profe o copiar en los exámenes.

Cuando estuve practicando en un conocido hospital, me dí con la sorpresa de que las madres gritaban a sus hijos (y se peleaban con otras madres) para que estos ganen el juego tal o cual que se organizaba por Navidad. El premio sería un juguete chino, de esos baratos y era fácil darse cuenta que a las madres no les importaba el camioncito coloreado con pintura tóxica, sino "demostrarles a los demás que tenían al hijo que corría más rápido o era más ágil", por supuesto gracias a su magnífica crianza.

La sociedad está enferma, enferma de competición. Y luego se quejan de porqué existe tanto individualismo, falta de solidaridad y asunción de riesgos estúpidos: pues la exacerbación de la competencia es una de las causas.

Y así tenemos algunos casos:

Las competencias por "quien es el más musculoso" terminan con varones hormonándose y generando enfermedades a mediano o largo plazo.

Las competencias por quién es "la más bella" terminan con un montón de mujeres frustradas, anoréxicas, bulímicas y con la autoestima por los suelos.

La competencia por "quién es el más rápido y tiene la mejor caña" terminan en los piques ilegales que ya han dejado bastantes muertos en las madrugadas limeñas.

La competencia por "quién se toma el selfie más arriesgado" (o "quién tiene la vida más chévere" en versión fotográfico-patológica) ya ha causado varias muertes, al punto de que en la ciudad de Bombay han tenido que señalizar lugares en los que está prohibido tomárselos bajo pena de multa.

La competencia por "quién es el más papi y se levanta más flacas" termina con un gran vacío interior al pasar el tiempo y con infecciones de transmisión sexual o una conocida enfermedad mortal, en bastantes casos.

Antes de continuar, les sugiero chequear este video. Es corto, pero va al punto, sobre todo en su frase final.



Entonces ¿es tan bueno, sano, natural y normal aquello de competir?

Les doy un ejemplo cercano: Tengo un amigo que se pasa la vida compitiendo, y aún en sus momentos de relax y disfrute personal, se ocupa de pensar que mientras él está disfrutando, hay otros que disfrutan más y eso no puede ser, así que a la siguiente vez los superará. Se dedica a las inversiones a través de una conocida plataforma en internet y enseña el manejo de la misma a otras personas, a quienes les inculca que deben competir y ganarle a otros y que la ambición por acumular dinero es buena, ya que así lo leyó en uno de los típicos libros de "hágase millonario" que algún no-millonario escribió en un momento de paja mental. Esta forma de pensar trascendió a su vida personal y terminó viendo la esfera de lo sentimental como un campo de competición, por lo que dejó de tener escrúpulos para cortejar a mujeres que tenían novio o enamorado, ya que le "causaba adrenalina" (en sus palabras) competir y ganarlas, y cuando no lo lograba le frustraba. Así, sin el más mínimo sentimiento de culpa ni autocrítica sobre lo inmoral de la situación.

En una ocasión, conversando sobre el tema, me dijo que el inicio de su afán competidor se dió cuando estudiaba la primaria en un conocido y privilegiado colegio, donde siempre se daban competencias inter-secciones e interescolares. Era motivado/obligado por sus padres una y otra vez para participar en cuanto campeonato hubiera: de fútbol, de básquetbol, de tenis, siendo amonestado por su "fallo" si es que perdía, y con el pasar del tiempo las amonestaciones se las daba él mismo automáticamente. Llegado el último año de la secundaria fue invitado a participar en un campeonato deportivo en otro país y perdió, situación que hasta ahora recuerda con sentimientos vivos, marcando el verdadero punto de partida de su desbocada carrera de intentar ganar a todos en todo, y es parte de su actual justificación para evitar pensar en lo ridículo y dañino que es andar compitiendo contra todo el que se le cruce.

A los que dominan la sociedad les conviene que compitamos (y por esto difunden y generalizan la idea de que la vida es una eterna competencia), porque así produciremos más en lo laboral y los patrones tendrán mayores ganancias pagándonos lo mismo. Esta (y no una genuina preocupación por el bienestar de los trabajadores) es la verdadera razón por la que los empresarios promueven la creación de programas de bienestar laboral, campañas de prevención de accidentes laborales (les conviene que sus trabajadores no se hagan yaya para que sigan produciendo sin parar) y muy especialmente actividades de "recreación", "confraternidad" y "mejora del clima laboral", que tienen como momento estrella el campeonato relámpago donde las distintas áreas de la empresa COMPITEN entre sí, para después terminar (inconscientemente en la mayoría de los casos) trasladando esa competencia a sus actividades laborales cotidianas. ¿Te darán mayor salario por "ganarle" en productividad al área del costado? En la mayoría de las empresas no: seguirás cobrando el mismo magro sueldo de toda la vida, pero te harán creer que vales mucho regalándote alguna cartulina condecoratoria sin valor monetario alguno, mientras tú te enfermas de estrés y el sueldo se te va en pagar terapias psicológicas y fármacos psiquiátricos para que puedas ¡seguir produciendo para otros!

Amigo, no existe la "sana competencia", entiéndelo ya. Tarde o temprano, vivir compitiendo te pasará la factura. Y ahí te lamentarás: cuando hayas perdido media vida en cojudeces.

Y para finalizar, la frase motivadora de la tarde:
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"¿Para qué competir, si cada uno es diferente? ¿No será mejor cooperar desde nuestra diferencia?".

lunes, 23 de mayo de 2016

5 tipos de personas ridículas que encuentro en Facebook.

No las entiendo, por más que me esfuerzo (y faltan varias más).

1. Las que publican cada vez que se pelean con el enamorado o con sus amigas/enemigas y les lanzan "indirectas" desde su muro, diciéndoles de todo y esperando, seguramente, muchos likes y comentarios solidarios al estilo "no te preocupes, ese es un puto, tú vas bien y te mereces mucha felicidad". Tristes inseguras.


El estado de un amigo que me hizo reflexionar al respecto.
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2. Las que le ponen hashtag a cualquier huevada: Miren, les informo que los hashtags sirven para crear tendencias, por ejemplo: #debatepresidencial2016 #YoVotoPorKeiko #SubeSubePPK en Twitter. ¿En serio crees que alguien va a buscar o hacer tendencia #mesorprendímucho #elcaféestabacaliente o alguna otra inmadurez similar?


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3. Las que ponen citas bíblicas como leyenda de una foto en la que sus senos, su trasero o sus piernas ocupan el 70% del espacio visible. O sea, está bien que algunas tengan un cuerpo bien bendecido, pero...


Y para colmo, es un Proverbio.

4. Las que ponen la foto de su cara acompañada de frases de algún libro de autoayuda o novela juvenil. O sea ¿qué tiene que ver el rostro de esta persona con la frase "Y Pipo le dijo a Pepa: ámameh"?. No hay relación alguna, no sean ridículos.

5. Las que llevan dos semanas de relación y ya se escriben "te amo" cada 3 minutos en el Facebook, con fotos incluidas y comentarios invasores en las publicaciones que a su pareja le hacen personas del sexo opuesto. Creo que estos son los más ridículos de todos.

viernes, 6 de mayo de 2016

Recordando "El valle de Gwangi".

Allá por mediados de los 90s llegó a Perú una interesante colección de fascículos que bajo el nombre de "Dinosaurios" producía la editorial española Planeta. No tuvo gran éxito, pero yo estaba encantado con la misma y cada vez que salía con mi madre y pasaba por algún kiosko preguntaba si ya había salido un nuevo ejemplar. Recuerdo que con cada uno venía una pieza de "huesos" o "piel" de un dinosaurio armable y logré completarlo, aunque no tengo ni idea de dónde esté ahora.

Fue en esos fascículos en dónde leí la reiterada mención a la vieja película "El valle de Gwangi" (1969) y coincidió que, por única vez, un canal nacional la transmitió. Hace unos días la encontré online y aquí les hago una breve reseña, desde mi muy personal punto de vista.

Llega un cowboy a un típico pueblo hispanoamericano (desde los estereotipos que de nosotros tienen los gringos) con su rodeo, su plaza, su iglesia, sus caballos y un niño llamado Lope (¿quién carajo llama Lope a su hijo por estas épocas?). Avanza la película y aparece un paleontólogo que defiende la tesis de que el hombre convivió hace millones de años con antiguos mamíferos como el eohippus (antepasado del caballo) y muestra el fósil de una pisada del pequeño equino al lado del hueso de un homínido.

Por esas cosas de la vida, uno de los protagonistas encuentra (¡oh casualidad!) a un pequeño caballito que resulta ser (ajá) un eohippus. Lo capturan y lo primero que piensan no es en llamar a los especialistas más reputados para que esto entre en los anales (!) de la ciencia sino que el paleontólogo se orgasmea pensando en la fama que esto le dará y el galán con su amada piensan en utilizar al rocinante como atracción circense en un espectáculo en el que Diablo (que esa era su gracia) bailase sobre otro caballo. La humanidad nunca fue mejor dibujada.

Estos se traen algo entre manos.

Por supuesto, la curiosidad del ser humano es insaciable, y no pararon hasta llegar a unas montañas que según los lugareños eran prohibidas. Después de tirar de unas rocas dieron con la entrada que los condujo a un valle escondido, donde la vida se había quedado detenida desde lejanas eras. Se encuentran con un pterodáctilo y asisten a una pelea entre un tiranosaurio y un estiracosaurio.

Todos sabemos cómo acabará esto.

Digamos que el terópodo les cayó en gracia y decidieron capturarlo, cosa que lograron tras algún intento fallido. Le pusieron por nombre Gwangi y decidieron llevarlo al pueblo para... ¡ponerlo de atracción en el rodeo! porque el caballito ya había pasado de moda y querían algo más divertidín.

¡Gwangi se está garchando a todos!

Parece una escena de Los Picapiedra, sobre todo por la jaula.

Por supuesto, esto no podía terminar bien. El rey de la especie que gobernó el mundo por alrededor de 150 millones de años no podía permitir tal vejación y es así que escapa y empieza a hacer de las suyas. Para empezar, decide cambiar de menú y ataca a un elefante del rodeo en una impresionante escena imposible en la que dos eras se enfrentan.

Como si de un dragón se tratase, el alocado Gwangi decide perseguir a los seres humanos que osaron capturarlo y los acorrala en una iglesia católica. Profanando lo sagrado entra en medio de las bancas, las pinturas y las columnas de hispánico estilo. Los humanos tratan de defenderse con una suerte de lanza, pero la bestia se libera y sigue al ataque.

"Si la Iglesia es universal ¿por qué no admite a un dinosaurio?".

¡Atrás bicho!

Al final se hace fuego y el dinosaurio termina su mesozoica existencia quemado delante del altar, como alegoría del triunfo de la Luz sobre las tinieblas. Hay una escena en la que aparece el sagrario, con el triángulo que representa a la Trinidad (aunque los conspiranoicos dirán que prueba que el filme es illuminati) y a un lado, Gwangi va quemándose, en medio de las llamas de su maldad.

Esta escena da para un post entero debido a su simbolismo.

Como les digo, una película que en estos tiempos sería vista como un despropósito digno de risa, pero para su tiempo poseía efectos especiales muy realistas y una historia de esas que te pueden pasar cuando te internas por olvidados parajes. Definitivamente, un clásico que merecía ser comentado en este tu blog que te quiere y te engríe.

viernes, 22 de abril de 2016

El problema de los nombres.

El problema de los nombres es que, si bien el lenguaje no crea la realidad (contrariamente a lo que ciertos seres creen) sí puede ir modificando, con su repetición, la percepción que tenemos de las cosas y nuestra actitud hacia las mismas. Les pongo un ejemplo casero (y personal): Solemos llamar guindones a las ciruelas pasas, hasta tal punto que podemos olvidar que son ciruelas, atiborrándonos de ellas como si de inocentes higos se tratase para después sufrir sus efectos laxantes, situación que hubiéramos evitado si recordáramos permanentemente que se trata de ciruelas, marrones y arrugadas, pero ciruelas.

Inocente, en apariencia.

Pasemos a algo totalmente serio. Deambula por ahí mucha gente que ya olvidó quiénes iniciaron y llevaron a cabo el terrorismo de los 80s e inicios de los 90s en nuestro país, porque les han hecho creer que lo que hubo no fue terrorismo sino "conflicto armado interno", "lucha armada", "violencia política", siempre y cuando se trate de los actos de Sendero Luminoso o el MRTA, claro; mientras que a la respuesta del gobierno y los militares la llaman "terrorismo de Estado". Se busca maliciosamente confundir a los culpables con los que luchaban para erradicarlos, se les iguala o, lo que es peor, se termina considerando a los asesinos como "inocentes víctimas" y a los militares como "represores mandados por un dictador".

Es bueno recordarlo en una fecha como la de hoy, en que se conmemora un aniversario más del rescate de los rehenes de la residencia del embajador de Japón, que fue tomada por miembros del MRTA en diciembre de 1996. Por cierto, un judío (cuándo no los de la "secta elegida") llamado Menahem Golan creó una infausta película de nombre "Lima: Breaking the Silence", que hace muchos años fue transmitida, si mal no recuerdo, por HBO, y en donde se presentaba a "Héctor Carpa" (el emerretista Néstor Cerpa) como un guerrillero idealista, casi casi un cruce entre el Che Guevara y Jesucristo. Esto demuestra que la manipulación del lenguaje referido a nuestro pasado reciente ya dió sus frutos y desfiguró la imagen de la época más sangrienta de nuestro país, incluso fuera de nuestras fronteras.

Otra de las cosas que habría que recordar es que el Diario La República expuso en su edición del 7/3/1997 la existencia del túnel por el que ingresarían los militares de la Operación Chavín de Huántar con la finalidad de rescatar a los rehenes; pudiendo haber causado el fracaso de la misma y represalias fatales contra los secuestrados. En nuestro país esto se llama "libertad de prensa", esa diosa intocable bajo cuyo manto se asilan todo tipo de pendejadas. En otro lugar del mundo quizá lo hubieran denominado traición a la patria y ya sabemos cómo se castiga ese repugnante delito.

Digamos las cosas como son, no vayamos a terminar con indigestión o con algo mucho peor, ya no para nuestro organismo, sino para nuestro país.

domingo, 13 de marzo de 2016

Algunas impresiones con respecto a la Marcha por la Vida 2016.

Desde niño me decían que si quería llevar una vida tranquila y sin conflictos, tenía que evitar hablar de política o religión con los demás. Como yo no quiero una vida tranquila, sino interesante, desoí esa recomendación y me puse a armar lío (como recomendó el Francisco); pero no en cualquier ocasión (como el loquito que salía temprano por la avenida Piérola de Barranco y gritaba en contra del gobierno y todo lo que se le ocurría) sino, principalmente, cuando veo que otros se burlan, minimizan o quieren censurar aquellas cosas en las que cree la humanidad desde siempre y eso, lamentablemente, se hace a cada rato bajo el manto de una supuesta "tolerancia y progreso".

Años atrás me gané varias puteadas y perdí un par de amistades por tener diferentes posiciones políticas. El día de ayer discutí con una amiga que me hizo un par de comentarios jocosos con respecto a mi asistencia y apoyo a la Marcha por la Vida. Como yo no soy católico, no tengo esa estúpida costumbre de estar permanentemente dando la otra mejilla (como le mencioné a una amiga catequista) y le respondí directo a la vena, la discusión se armó (ella es una izquierdista que pregona la "tolerancia y la diversidad de ideas", por cierto) y me libré de tener una persona de cerebro infectado por la ideología de género en mi círculo. Así estamos mejor.

Acuerdos y desacuerdos.

Estoy de acuerdo con que se debe respetar la vida del concebido, no me parece que eliminar vidas ajenas "porque la madre se desanimó de tener al bebé y quiere ser linda, libre y loca" sea otra cosa que un asesinato. El derecho a decidir se restringe a que decidas sobre tí mismo/a (córtate un brazo o los genitales si eso te hace feliz o "colabora a tu identidad") y el concebido NO es parte del cuerpo de la mujer sino un nuevo ser humano protegido por la Constitución. En la universidad en la que estudio, buena parte de mis compañeros son pro-aborto, tras haber sido influenciados por grupos de izquierda (los más bulleros, aunque no necesariamente representen a la mayoría) y porque algunos docentes ideologizados les lavaron el cerebro cuando eran cachimbos. Todo esto, unido a que no quieren dejar la adolescencia, los hace sentirse "rebeldes" y que "van a cambiar el mundo" por legalizar el aborto, entre otras "genialidades" que ya se deben estar imaginando.

No estoy de acuerdo, sin embargo, con que se satanice la utilización de la píldora del día siguiente, que me parecería una buena opción para el tan socorrido caso de "violaron a la niña, eres inhumano si la obligas a tener un niño que no quiere". Se debería acceder de forma gratuita a esa pastilla en los centros de salud y, si eres menor de edad, solamente en estos lamentables casos y acompañado de tus padres. Asimismo, no estoy de acuerdo con los argumentos moralistas que se oponen a la utilización del preservativo y su repartición gratuita en los centros de salud.

Tampoco estoy de acuerdo con el carácter marcadamente católico (o de jerarquía católica) de este evento. Está bien que muchas parroquias hayan participado y apoyado, pero no hay que olvidar que también asisten y dan su apoyo muchos evangélicos y algunas personas sin afiliación religiosa. Y, por supuesto, que Cipriani no es precisamente una garantía de moral como para que cierren la marcha con un discurso suyo. Asimismo, no me parece que deba permitirse la presencia de ciertos políticos oportunistas como Nano "cambio de ideas para ganar votos" Guerra García o Luis "defensor de Acuña" Iberico. Eso solo es "motivo de escándalo" del que se pueden colgar los pro-abortistas y genera desconfianza en muchas otras personas. Al menos Julio Rosas sí ha demostrado ser consecuente con lo que cree sin importarle la opinión del resto desde hace muchos años.

Doy fe de que hubo mucha gente en esta marcha, me atrevería a decir que tanta o más que el año pasado, sin embargo, me gustaría saber cómo hacen para calcular la cifra de 750.000 personas. Aún así, doy por hecho que no fueron solo 60.000 como maliciosamente informaron los pro-aborto de RPP. Por cierto, el único medio que bajó hasta la Costa Verde para transmitir parte del concierto de cierre fue TV Perú; un milagro siendo que el actual gobierno de la presidenta Heredia está totalmente influenciado por la ideología de género.

Este año, los sectores correspondientes a las parroquias (según me comentaba la amiga catequista ya mencionada) salieron separados unos de otros y ya no todos juntos, como hasta el 2015. Esto ocasionó que pudiera observarse mayor disgregación de la gente y dar la impresión de ser menos, aunque proporcionara mayor orden. Estoy en desacuerdo con ello: el objetivo de una manifestación es que la sociedad y los gobernantes vean que somos muchos y que estamos unidos y no en grupitos.

Para el 2017 le recomendaría a la gente que no sea floja y que baje hasta el cierre del evento en la Costa Verde en lugar de regresarse una vez que llegan al malecón. No ha venido usted desde lejos para caminar solo unas cuadras: apoye y viva la celebración por la vida de inicio a fin, por favor.

¡Viva el respeto a la vida del ser humano desde la concepción! :)

#MarchaPorLaVida se mantuvo como TT nacional por muchas horas en Twitter.

Aunque el tema principal era oponerse a la legalización del aborto, algunas personas tocaron otros temas interesantes en sus pancartas.

Rumbo a la Costa Verde.




Cierre a cargo del grupo católico "Siervas" conformado por religiosas.