En algún lugar leí sobre los innumerables beneficios de la granada, como gran fuente de antioxidantes, por ejemplo. Muy aparte de eso, me gusta su sabor y ensuciarme completamente cuando como una, al extremo de parecer ensangrentado y provenir de alguna película gore. Así que un día (inspirado en el decir de mi tío de que la mayor parte de beneficios de las frutas está en las cáscaras que solemos desechar) me llegó altamente si destruía la licuadora y metí una gran granada en su interior.
La granada. Nótese su aparente inocencia. |
Después del primer estruendo, me dí cuenta que debería meterla por partes (eso sonó tan erótico) y eso hice. La licuadora, hecha toda una loquilla, seguía reclamando con cada sonido, pero, finalmente y con harta agua, salió jarra y media de rojizo líquido, más una gran capa de restos de cáscara, esa-cosa-blanca-que-rodea-las-pepas y pepas que parecían una mermelada, los cuales separé con un colador.
La granada, la jarra de la licuadora y el jugo resultante. Aún parecen inocentes. |
Hasta se ve rico. Me acordé del programa de Televentas con Marco Antonio donde había una licuadora que aprovechaba esos restos y decían que servían para mermelada. |
La jarra resultante. Hasta parece chicha o jugo de frambuesa o alguna de esas fresadas. |
Y llegó el momento de probarlo. Eché bastante azúcar a la jarra, me serví el líquido en un vaso y con gran ceremonia procedí a beberlo de un tirón. Error, terrible error.
Debo decir que es la cosa más horrible que he tomado en mi vida. Me dió náuseas y arcadas y casi se convierte en mi primer vómito desde que era púber (ni cuando me he embriagado he vomitado ¿y voy a vomitar por una fruta? ¡tá weón!). Me quedó un sabor amargo durante horas, que no podía sacar con nada de mi garganta y paladar. Ni lavándome los dientes, ni enjuagándome con Listerine, ni comiendo pan con queso. Así, nada. O como diría una chibola pituca, descubrí que "¡o sea, no hay formaaa!". Y para colmo, de rato en rato el amargor se juntaba con un sabor dulzón, que probablemente también era producto de la granada o del azúcar. Y me vinieron hasta escalofríos por la basura esa.
Pa' la basura. |
No pude terminar el primer vaso. Eché todo al lavatorio. Pero después me puse a pensar:
¿Había descubierto el vomitivo más poderoso de origen natural? ¿Podría emplearlo contra mis enemigos, digamos, mezclándolo con su chicha? ¿Sería que al fin podría tener un elemento de venganza?
Ok, no.
El recuerdo asociado:
Recordé que cuando era niño ya me gustaba experimentar con cosas que encontraba en mi casa. En una ocasión, una cucaracha de las pequeñas cayó en el inodoro, y como mis parientes habían salido y cuando la casa está sola me vuelvo todo un loquillo, probé con echarle distintos elementos. Le eché insecticida, detergente, shampoo, alcohol y varias cosas más. La cuestión es que al final todo empezó a burbujear fuertemente y no sé qué hubiera pasado si es que no hacía pasar el agua. Los rumores dicen que a la mañana siguiente los de Sedapal encontraron 3738383939 ratas muertas durante sus labores en las alcantarillas, con marcas de quemadura xD
Quizá inventé un gran insecticida y no lo supe. Creo que ver Discovery Channel desde niño no siempre es buena idea.