Eterno verano.

jueves, 8 de mayo de 2014

Crónicas chilcanas.

Chilca. El pueblo que saltó al conocimiento mundial gracias a Sixto Paz y su grupo RAMA hace ya varias décadas. Es un lugar que no tiene lo que otros; no tiene un Machu Picchu al costado ni cerros con forma de "cara de la humanidad", pero tiene un no sé qué que lo rodea de un halo de misterio. Cuando vas una vez, hay algo que te hace volver, por lo menos, una vez más.


El sábado pasado me disponía a ir nuevamente al cerro que domina el pueblo de Las Salinas de Chilca, en compañía de unos amigos, entre los cuales estaba el conocido como el profeta, ya mencionado en otras oportunidades. Llegamos en la tarde pero por algún motivo nos distrajimos y bajamos del bus varios kilómetros más al sur, pasando el kilómetro 70, y decidimos llegar a Las Salinas a pie. 

Son muchos los que han perdido la vida en estos desolados y oscuros parajes de la carretera Panamericana Sur.

Aún persisten los carteles del verano pasado. Ahora el "extra frío" lo da la gélida brisa que se siente por las noches.
Tomamos la ruta de la Antigua Panamericana Sur. Este trozo de vía está desprovisto de la vida y el trajín de hombres y vehículos que aún mantiene el tramo a la altura de Lurín. En este lugar, el nombre "antigua" se hace apropiado y adquiere connotaciones de "obsoleto", "olvidado" y "abandonado".
.
Tramo de la Antigua Panamericana donde el asfalto ha cedido, dejando al descubierto las aguas verdosas de los pantanos que alguna vez ocuparon el lugar.

Botellas de "Bimbo" y "Teem", dos gaseosas desaparecidas hace décadas.
Cintas de cassettes, restos de periódicos de hace muchos años y botellas de gaseosas y cervezas (Malta Polar "te pone oso") hace mucho desaparecidas, completan el paisaje. Algunas pequeñas lagunas rodean la ex carretera, con multitud de aves marinas sobre sus tranquilas aguas verdosas. Cuando el hombre se mantiene lejos, la naturaleza vive sin miedos. Pero quizá no dure mucho esa tranquilidad: Los carteles de "Propiedad privada" ya han sido colocados en aquellos lugares.


Una vez en Las Salinas, después de más de media hora de caminar, nos dispusimos a subir al cerro, por el camino que lleva a la cruz partiendo detrás de la capilla del pueblo. Es un camino bastante conocido para nosotros, que ya lo hemos recorrido en más de diez ocasiones anteriores. Cada quién va con sus motivaciones y creencias: hay quienes van por fervor católico, quien van por interés arqueológico (en la cima se encuentran los restos de un pequeño templo prehispánico y el cerro fue utilizado como cementerio ya en tiempos precerámicos) y son más los que van para encontrarse con el misterio. Y aún estos se dividen: hay quienes dicen que las misteriosas luces que bastante seguido suelen verse en los cielos son ángeles o demonios, mientras que otros están convencidos de que se trata de seres tan mortales y materiales como nosotros, pero nacidos alrededor de lejanas estrellas.




Recorrer el camino hasta la cruz es relativamente fácil, incluso de noche, pero una vez que se llega a este símbolo del cristianismo, el camino desaparece. Lo recorrí a oscuras varias veces, aunque la más notable fue una ocasión en la que tuve que trepar el cerro en total oscuridad a las 10pm, mientras mis amigos se encontraban ya en la cima y de cuando en cuando alumbraban con una espada de juguete de Star Wars. Esa zona (después nos enteramos) es visible desde la Antigua Panamericana, así que algún ocasional caminante nocturno pudo haber visto la débil e intermitente luz rojiza de la espada pensando que se trataba de lo que no fue.


Ya en lo alto recibí la llamada de mi enamorada. En realidad fue un intento de videollamada. Posteriormente sintonicé "Milenio 3", el programa de Iker Jiménez, a través de la aplicación de internet. Debe haber sido la primera videollamada y la primera vez que ese programa de misterios ha sido escuchado desde uno de los puntos más importantes para la ufología peruana.

La señal de la misteriosa Radio Master también llegaba, aunque muy muy débil. Esa es la otra razón por la que me gusta lo alto de los cerros: posibilitan el captar señales lejanas que a lugares más bajos no llegan.

El cielo nublado se despejó por zonas, mientras el profeta daba cátedra sobre sus hipótesis de lo que serían, a su parecer, las luces en los cielos. En cierto momento llegaron a verse muchas estrellas, incluida la constelación de la Cruz del Sur, y fue cuando él nos dijo que estaba seguro de que muchas de esas estrellas no eran estrellas, sino que eran naves camufladas que nos observaban.


Las Salinas desde lo alto, con la laguna La Milagrosa a la derecha.
En ese momento una luz apareció desde el norte. Era un avión, así lo indicaban sus luces parpadeantes. Pero poco después apareció otra luz, mucho más brillante y de color amarillento. Venía desde el mar, en dirección noroeste. Llegó a mucha velocidad hasta un punto y se "apagó". Posteriormente otra luz, blanca, avanzó por el oeste y se detuvo entre dos estrellas, formando una fila con ellas. Y ahí permaneció, incluso cuando ya nos habíamos ido. Sobre nuestras cabezas se mantenía, estática, otra luz, amarilla. Creo que se trataba de un planeta, aunque "el profeta" dijo que la vió moverse. Para mí que se mareó de tanto mirar arriba.

"Me han revelado que se quieren manifestar, me lo han dicho ahora", fue la frase cripi que dijo el profeta en esos momentos. Digo que es cripi porque imagínensela proveniente de alguien que dice que unas voces le hablan en la cabeza, que se ha peleado con espíritus, que un ángel le reveló que participará en el Apocalipsis y en medio de la oscuridad de un cerro y con fuerte viento. Pensar que, poseído o esquizofrénico, le puede venir una crisis y arremeter a pedradas con los allí presentes era algo, cuando menos, que no podía descartarse.

Otra vista nocturna del pueblo de Las Salinas de Chilca.
Y hablamos de la divinidad, de dioses, ángeles y humanidad, allá arriba. Según el profeta tanto yo como uno de nuestros amigos tenemos un propósito y un poder. Lo que de ello conversamos es algo que prefiero reservarme.

Descendimos del cerro casi al finalizar la noche y en eso una curiosa nube cubrió el lugar en el que estábamos. "Miren ¡cómo quisiera estar dentro de esa nube y tocarla!" nos dijo el profeta. Sé que todos pensábamos, aunque bloqueáramos ese pensamiento, que era muy raro que las nubes esperasen a que bajáramos para recién cubrir lo alto del cerro. Sé que en algún momento pensamos que quizá aquella nube no fuera tal. Y sé que por eso nadie volteó hacia atrás hasta llegar a la cruz.

Pasando la cruz apareció un niño y nos hizo una curiosa pregunta: "¿Han visto si ya se fueron todos?". Hacía referencia a que unos parientes suyos habían subido al cerro, aunque cuando estuvimos ahí no vimos a nadie. El niño siguió subiendo con gran decisión y antes de que estuviera muy lejos mi amigo le gritó: "¿No tienes miedo de subir?". El niño sin detenerse nos dijo: "¡Confío en Dios!" y desapareció en medio de la oscuridad de la noche.

Una vez en Lima, cada quien dió sus interpretaciones, pero fue el profeta el más emocionado. Quería volver al día siguiente porque decía que sólo en lo alto de ese cerro se sentía libre, que sería capaz de dejar a su familia, su enamorada y el dinero por pasar una vida allí en lo alto, en solitario, viendo esas luces, contactándose con lo que fuera que allí se presentara e incluso siendo abducido por el misterio. Que quería que esos seres descendieran y le dijeran quienes eran. Y aún hoy por la mañana seguía con esa idea. Nos ha llenado los inbox insistiendo en que esos seres no son extraterrestres sino aquello que su particular interpretación de la Biblia indica.

Sean extraterrestres, sean seres espirituales o sean estrellas (o así sólo sea por el barro curativo de sus lagunas o los deliciosos higos) lo cierto es que Chilca es un lugar que a nadie deja indiferente. Volveré, como siempre, en el momento menos pensado.

1 comentario: