Eterno verano.

viernes, 8 de enero de 2016

El cañito de la abundancia.

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Revisando en internet encontré una interesante mención a unos ríos subterráneos que corren por debajo de nuestra ciudad capital, así como a algunos puquios que aún existen en zonas como Lima Norte y la propia Costa Verde. No confundir esto con las antiguas acequias que aún corren bajo muchas de nuestras calles y que son visibles en lugares como la avenida Salaverry, el trébol de la Javier Prado o los jardines del Hospital Víctor Larco Herrera.

Esto me recordó a un interesante caso del que tuve conocimiento en uno de los más importantes jirones del Cercado de Lima, y no muy lejos del río Rímac: el cañito de la abundancia. Es este un caño ubicado al fondo de una antigua casa de quinta de la primera década del siglo XX, construida sobre una antigua huerta y del cual se dice que no deja de tener agua limpia nunca, ni siquiera cuando Sedapal raciona el líquido elemento en toda la zona. Las décadas han pasado y el caño ha sido cambiado dos o tres veces, así como la pared en la que está, pero la antigua cañería de metal jamás, y es llamativo, porque a pesar de que la herrumbre debería manifestarse en el agua, haciéndola no apta para el consumo humano, eso no ocurre, y esta sigue discurriendo tan limpia como siempre.

Yo no creía esto, pero he tenido la oportunidad de comprobarlo en más de una ocasión. Lo primero que pensé es que quizá podría estar conectada a alguna antigua acequia y, por mecanismos que desconozco, continuaba siendo bombeada hasta la superficie. Es evidente que no es así, porque el agua es limpia y no cargada de tierra como la de cualquier canal de este tipo.

La otra posibilidad es que el agua provenga de uno de los ya mencionados ríos subterráneos. Estas corrientes de agua mantienen su limpieza en todo el recorrido, al punto de que emergen cristalinas en playas como las de Miraflores y Chorrillos e incluso podrían ser el último refugio de los camarones que alguna vez abundaron en el río Rímac. Ahora, el problema es cómo explicar que esa agua pueda emerger hasta la superficie. Podría tratarse de un puquio que fue aprovechado para regar la antigua huerta. Podrían ser muchas cosas pero todas las posibilidades dejan cabos sueltos.

Hay otros enigmas subterráneos en el Cercado de Lima. Uno es, por ejemplo, la extensión de las catacumbas y cementerios bajo el suelo del Centro Histórico. Recordemos que durante muchos años se enterraba a los fallecidos bajo las iglesias y que varios de esos templos han sido recortados o demolidos y en su lugar se encuentran casas, avenidas, centros comerciales o restaurantes, muchos de ellos con presencia de fenómenos de difícil explicación. Por si fuera poco, también existieron huacas precolombinas con sus respectivos adoratorios y enterramientos. Uno de los últimos lugares sobrevivientes de esta época es la famosa Peña Horadada, ubicada en Barrios Altos y de la cual también se cuentan curiosas leyendas como aquella que dice que lo que sobresale es solo la punta de una inmensa roca subterránea que nadie sabe hasta dónde puede extenderse.

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