En anteriores posts de la serie "Mecanismos", les hablé de los extraños artilugios (no sé si la palabra estará bien usada, pero me gusta, así que ya qué) encontrados en casa de mi tío. Su casa, que este año cumplió 105 revoluciones solares desde que fue construida (en realidad toda la quinta, lo descubrí por internet y esto ameritó celebraciones) esconde muchos secretos y cada uno de ellos es la concreción de alguna historia que da para varias horas de conversación.
Pero volvamos por un momento a Barranco, porque a pesar de que casi vivo en el Cercado de Lima, según mi DNI, aún vivo allí. Y salgamos de la casa y pasemos por una de tantas calles de esas que cobijaron mi infancia.
1. El monumento al pene: Abel, un buen amigo de tiempos escolares (una de esas personas de las que de cuando en cuando me pregunto "¿dónde carajo estará?") me contaba que su padre le decía, de niño, "mira el pipilín", cuando pasaban por la avenida Grau de Barranco. Y no, no sean malpensados. El honorable señor se refería al extraño objeto con forma de hongo que es visible desde varias cuadras a la redonda. Si bien siempre he pasado por ahí, fue Abel quien me hizo notar la peculiar forma del objeto recién en 2006. Pero esta forma debió haber sido notada desde hace mucho, ya que en cierto videoclip de Gianmarco filmado en ese pasaje, se procuró borrar la inquietante figura con programas de edición.
Pero ¿qué es en realidad el monumento al pene? ¿Será que Barranco es un distrito tan pero tan liberal que se ha convertido en el único con un monumento de estas características en medio de la conservadora Lima? Pues no. He escuchado dos hipótesis al respecto. La primera me la dió el propio Abel. Según él, se trata del cuerpo de uno de los muchos molinos que antiguamente habían en Barranco cuando era un lugar campestre, lleno de sembríos y acequias. Pasado un tiempo, y cuando ya no tenía razón de ser, le retiraron las aspas, pero quedó el cuerpo, el cual fue lentamente colonizado por las enredaderas. La segunda la leí en internet y dice que se trata simplemente de un árbol. No me he acercado a investigar el tema in situ porque mi imagen de macho alfa se desvanecería si es que soy visto tanteando las paredes del pene público así, tan campante.
Ok, no.
Y en el clímax, le salieron flores. |
2. El pedazo de riel: Y ahora sí, volvemos a la casa de mi tío. Desde hacía tiempo venía observando la presencia de un pequeño pero pesado trozo de metal que era usado con los más variados propósitos. Bueno, en realidad solo se le usaba para trancar la puerta. A pesar de lo evidente de su forma, no acertaba a determinar su origen, hasta que un día mi tío me dijo que era un trozo de riel, extraído de las líneas que cruzaban hasta hace unas décadas buena parte de Lima. Cuando estas empezaron a ser retiradas, él se quedó con un pequeño pedazo del que, considera, fue el mejor sistema de transporte que tuvo la tres veces coronada ciudad. Y ahí está, a un lado de la puerta, salvado de la fundición.
3. El ojo de la cerradura: Quizá hayan encontrado, en antiguas historias, menciones al acto de "mirar por el ojo de la cerradura". Para los de mi generación en adelante, esto podría resultar poco comprensible, ya que si intentamos ver algo por el ojo de cualquier cerradura moderna, no veremos un carajo. Para comprenderlo tenemos que buscar alguna de las viejas cerraduras que aún subsisten. En la quinta hay una, lo mismo que en alguna de las habitaciones de mi casa. Las llaves son pesadas y de puro metal, nada de plastiquitos. Al chequear a través de ella, podemos entender un poco mejor cómo es que curioseaban los fisgones y voyeuristas de pasadas décadas. Si estas cerraduras aún siguieran, nadie pondría cámaras secretas en los telos. Por ahí nomás te grabarían.
Para complementar lo anterior:
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1. El molino a cuyos alrededores me gustaba ir a pasear de niño, con mi padre. Ahora está cercado por el hdp "Museo de Arte Contemporáneo", construcción ilegal autorizada por el ex alcalde Martín del Pomar y ratificada por las gestiones que lo sucedieron, pese al rechazo mayoritario de los vecinos.
2. Los rieles de los antiguos tranvías aún son visibles en varios puntos de la ciudad. Hasta finales de los 90s eran visibles en Barranco, pero cuando cambiaron el asfalto fueron retirados. La foto corresponde al Rímac y se ve que, a pesar del tiempo, siguen en buen estado. Les hubiera salido más barato a las autoridades mantener ese sistema de transporte y sus vías en lugar de estar echando asfalto de mala calidad para los autos cada pocos meses.
AVISO:
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Como de hecho ya saben, el BlogDay de años anteriores se ha maleado y convertido en algo llamado SocialDay, porque ahora incluye a Twitter, Facebook y (la decadencia total) a Pinterest. Yo sé que no ganaré, pero aún así estoy participando para hacer mi blog un poquito más conocido. A quién sí apoyo y pido desde aquí que sea apoyada es a mi estimada Fiorella del blog "¡Que se calle Fiorella!". Tengo el enorme gusto de conocerla en persona, es una chica súper chévere, súper genial, vive acá nomás, casi casi en mi barrio, es más, si me subo a la azotea veo su edificio y bueno, escribe muy bien :) Apóyenla pues, miren que hasta estrené el correo de mi universidad solo para votar por ella :D
Un abrazo a todos.