Cuando hablamos de lagunas altoandinas de celestes aguas pensamos en Áncash. Cuando nos mencionan el huayno con arpa quizá pensemos en las alturas de la provincia de Huaral. Y cuando recordamos que ya es tiempo de relajarnos en algún baño termal quizá deseemos ir a Churín, pero no, resulta que todo eso junto y mucho más, también podemos encontrarlo en uno de los lugares injustamente poco conocidos que están cerca a nuestra capital y ese es Oyón.
Para llegar debemos tomar un bus en el jirón Zavala (paralela de Abancay) y en cinco horas (y tras haber pagado 20 o 25 soles) estaremos en nuestro destino. Por estas épocas hace un frío de la... gran conciencia y los 3.600 metros sobre el nivel del mar se hacen sentir en la forma del soroche, por lo que es recomendable llevar Gravol para el camino. Una vez en el lugar deberemos elegir nuestro hospedaje y disponemos de varias opciones, todas medianamente buenas con una sola excepción de la que hablaré al final de este post.
Oyón se caracteriza por algunas cosas interesantes. En primer lugar, la ciudad es conocida como "la cuna del arpa" o más específicamente, del huayno con arpa, ese género musical que en estas últimas décadas se ha generalizado en la mayor parte de los Andes. Los oyonenses son muy conscientes y están muy orgullosos de ese legado.
En segundo lugar, es una ciudad de mujeres tejedoras. A donde quiera que vayamos encontraremos a muchas de ellas tejiendo con gran habilidad ya sea en la mañana, la tarde o la noche, en el mercado, cerca a la iglesia o en las afueras de alguna casa. Es una forma de pasar el tiempo libre, según nos dijo una señora que tejía junto a un grupo cerca del despacho parroquial.
Las casas son sencillas y en muchos casos se encuentran fuertemente erosionadas por los elementos. Esto recuerda a algunos lugares de Áncash, principalmente del Callejón de Conchucos, por lo que más de una vez sentí que me sobrevenía un deja vú. Hasta aquí, todo "normal". Pero lo realmente "curioso" es que mientras ese es el estado de las casas del poblador común, la municipalidad provincial es un enorme edificio, provisto de auditorio, cámaras, reflectores, lunas azuladas y construida íntegramente en cemento y ladrillo, con colaboración de la minera Buenaventura.
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Una de tantas viviendas. |
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Tunas y otras plantas crecen en los bordes de los tejados de algunas casas. |
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Callecita oyonense. |
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Ovejas en calle oyonense. |
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Municipalidad provincial. |
A algunos kilómetros de la ciudad de Oyón se encuentran interesantes atractivos dignos de ser restaurados y promocionados. En lo arqueológico encontramos, por ejemplo, los restos de la fundición colonial de Pomamayo y también los restos prehispánicos de Marka Marka, que se encuentran en total abandono, casi totalmente cubiertos por la maleza y parcialmente destruidos por la construcción de la carretera. Aquí, al atardecer, mis compañeras tuvieron algunas extrañas percepciones sonoras y visuales, probablemente debidas a espíritus de la naturaleza, y una de ellas tomó fotografías donde aparecen orbs, a pesar de no ser un lugar particularmente húmedo ni polvoriento.
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Marka Marka al atardecer. |
Regresando hacia Oyón nos encontramos con el pequeño pueblo de Ucruschaca, cuyo principal atractivo es la fuente de su plaza principal cuyas aguas albergan alevines de trucha.
Cerca a Oyón también encontramos al pequeño Llanganuco de la serranía limeña: la laguna de Patón con sus celestes aguas que reflejan el cielo y las montañas antaño nevadas de la cordillera. Un lugar tranquilo, hermoso y que se presta para hacer campamentos y pasar momentos de relajación.
También en las cercanías de Oyón se encuentra el centro poblado de Viroc con sus aguas termales ferrosas. Me recordaron a las aguas termo-minero-medicinales que mencioné en el post sobre mi visita a Pomabamba, solo que en este caso las instalaciones son más modernas y tienen más pozas para bañarse, ya sea individual o grupalmente por S/. 2. Una experiencia reconfortante.
Pero no debo olvidar que mi visita a Oyón se llevó a cabo en el contexto de la celebración por el Día de Todos los Santos o de los Difuntos. Como en la mayoría de poblaciones de la serranía peruana, la gente se acerca al cementerio local a recordar a sus parientes o amigos fallecidos, bebiendo sobre sus tumbas, limpiándolas de maleza, poniéndoles velas o incienso, llorando, riendo, y haciendo que, por un día al año, la vida y la muerte se entrecrucen y estén un poco más cerca la una de la otra, casi tocándose las manos.
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Uno de los "ángeles del Apocalipsis" que vigilan la entrada al Cementerio Los Ángeles. |
Como todos sabemos, la globalización amenaza con llegar hasta los últimos lugares del mundo. Es así que en Oyón encontramos una todavía débil e inicial presencia de la anglosajona "festividad" del Halloween, en la forma de algunos niños disfrazados y recorriendo la ciudad con calabazas de plástico en la mano. Lo más curioso es que no gritaban "Jalowín" como los niños limeños sino "Dulce o truco" tal como los niños de los países anglohablantes (trick or treat).
Y finalmente, nada como acabar el día yendo a misa. Aunque el sacerdote es un malhumorado que no quiso darnos información para nuestro trabajo y prácticamente nos tiró la puerta del salón parroquial bajo la excusa del "estrés". Quizá sea por actitudes como esas que diversos grupos evangélicos, adventistas y Testigos de Jehová se encuentran cada vez más presentes en la pequeña ciudad. Pero aún así, evangélicos y adventistas también conservan la tradición y acuden a saludar a los difuntos al cementerio, aunque "sin tomar licor, solo con gaseosa" como nos dijo un señor evangélico.
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La iglesia de Oyón. |
El plus:
1. Lo recomendado: El poderoso caldo con su trozo de cordero que venden en el mercado de la ciudad es imperdible. Recomiendo ir al mercado y no, por ejemplo, a cierto restaurante que en su nombre dice seguir la tradición del lugar pero que vende principalmente lomo saltado o arroz chaufa.
2. Lo no recomendado: Si buscan un lugar donde hospedarse caminen más pero no caigan en la tentación de quedarse en el Hostal Selene, cercano a la plaza. Yo tuve la mala elección de quedarme ahí y las habitaciones son un asco, la dueña y su hijo son de lo más malcriados, en la noche no se puede dormir por los borrachos que hacen escándalo y los baños están sucios. Una mala experiencia. Recomendables son, por ejemplo, el Hotel Turístico de la Comunidad Campesina de Oyón o el Hotel El Minero.
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Cuarto del Selene. Lo peor fue cuando el hijo de la dueña abrió la puerta con su llave maestra, sin permiso, para decir "si también estábamos tomando". |
En fin, dadas estás indicaciones, no me queda nada más que decirles que ¡visiten Oyón! :)
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Me encantó ese dibujo :) |