A comienzo de año, nadie en su sano juicio podía pensar que PPK tenía una mínima posibilidad de ganar las elecciones. Sus PPKausas de años anteriores dejaron las cintitas multicolores de lado y se pintaron de morado, plegándose a la nueva moda de Julio Guzmán. Sin embargo a este último la prensa le dió con palo y el JNE hizo hasta lo más descarado para sacarlo de carrera cuando comenzó a ser un peligro y se ubicaba en segundo lugar. Para ese entonces, PPK estaba en cuarto lugar, estancado según algunos, y perdiendo votos a favor de Guzmán, según los más. Su campaña (en caso de haberla) no se dejaba sentir.
Las mentiras y plagios que le descubrieron, hicieron que también César Acuña fuera sacado de carrera cuando constituía otro "peligro" no menor en lo referido a poder ganar la presidencia. Una vez ocurrido esto, dos candidatos que no habían sonado ni tronado empezaron a repartirse sus despoj... digo, votos: Alfredo Barnechea y Verónika Mendoza. PPK seguía sin subir, mientras el candidato de Acción Popular se ubicaba brevemente en el segundo lugar, para caer en el olvido rápidamente a causa de un sombrero jaujino y un chicharrón cañetano. Verónika Mendoza empezó a subir en las encuestas y poco a poco PPK iba recibiendo los resignados votos de los ex seguidores de Julio Guzmán y de los seguidores de Barnechea que consideraban que su líder ya era una causa perdida. Se trataba de evitar que la izquierda pasara a segunda vuelta, así que apoyaron a PPK y este, sorpresivamente, pasó junto con Keiko Fujimori.
El panorama no podía ser más prometedor para Fuerza Popular: además de haber ganado la mayoría en el Congreso y haber sido el partido más votado en la mayoría de regiones (mientras que PPK ganó solo en Arequipa) se enfrentaba al candidato que, según las encuestas, era el más fácil de vencer en una segunda vuelta. En esos días muchos pensaban que era casi inevitable que Keiko se convirtiera en la primera presidenta del Perú.
Sin embargo, las revelaciones que ligaban a Joaquín Ramirez con el narcotráfico y el intento de Chlimper por tapar desvergonzadamente lo intapable, hicieron que la gente que iba viendo con simpatía la candidatura de Keiko terminara por asustarse. Efectivas campañas (con un fuerte componente de barro, todo hay que decirlo) de "no al narcoestado", "no al voto nulo" y sendas movilizaciones ciudadanas (bueno, también hay que decir que muchos medios de comunicación se pusieron desvergonzadamente a favor de PPK) hicieron que, en solo una semana, Keiko pasara de tener cinco o siete puntos más de intención de voto que PPK, a estar uno o dos puntos por debajo de él.
Hace unos días escuchaba un viejo programa sobre las sincronicidades y las casualidades imposibles. Digamos que el hecho de que PPK sea nuestro nuevo presidente es una de estas últimas: los candidatos que tenían todas las posibilidades de ganar fueron sacados de carrera o desprestigiados, luego pasó a segunda vuelta por el miedo a la izquierda, y luego ganó apoyándose en la izquierda por el miedo al fujimorismo.
En fin, esperemos que PPK haga las cosas bien, aunque este último gobierno me ha enseñado a no esperar nada de los políticos. Que el Señor guíe sus decisiones en estos cinco años que vienen, al fin, es Él quien dirige y permite las aparentes casualidades.
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