Las Salinas es un pueblo situado al sur de Lima, en el distrito de Chilca (entrando en dirección al mar) y hace tiempo que es conocido básicamente por tres cosas: Los avistamientos de ovnis, las lagunas curativas y sus productos a base de higo, especialmente el vino y los helados.
Por estas épocas veraniegas, un gran número de limeños toma los buses cañetanos en el Puente Atocongo (o en el paradero de los buses a Mala, cerca al Parque Universitario) y paga sus seis soles para llegar hasta Chilca. Una vez ahí contratan los servicios de un mototaxi que por tres o cuatro soles los deja en la entrada misma de la más grande y conocida de las lagunas, denominada La Milagrosa. El nombre viene por las curaciones de enfermedades, que van desde afecciones a la piel hasta, supuestamente, el cáncer. Las otras lagunas, algo más alejadas, son La Mellicera y La Encantada. A la primera de ellas, como es fácil inferir, se le atribuyen cualidades relacionadas a la fertilidad. A la segunda se le conoce así por extraños fenómenos acontecidos en sus cercanías. Recordemos que Chilca es tierra de higos y sobre estas plantas circulan multitud de leyendas relacionadas a duendes y espíritus, sin contar claro con los muchos testimonios de ovnis y seres extraños que se dan frecuentemente en la cercana Playa Yaya, ubicada al otro lado del cerro Lapa Lapa, a cuya cumbre, dicho sea de paso, solemos ir a orar con mi amigo "el profeta", además de a fotografiar ORBs e intentar observar algo paranormal o ufológico.
La Milagrosa y el cerro Lapa Lapa, al fondo. |
En un primer momento puede causar duda o extrañeza el color verdoso de las aguas y lo maloliente del barro negro de sus orillas, pero ahí radica precisamente lo interesante: las aguas fuertemente mineralizadas y el barro azufroso son muy benéficos para la piel, pero ¡cuidado! porque al salir de las aguas es imprescindible darse un baño y en esta visita entendí el porqué: en La Milagrosa es fácil observar multitud de pequeñas formas moviéndose en las aguas. Inicialmente las identifiqué como algas, pero después observé que se trataba de unos extraños "gusanillos" verdes con filamentos rojos. Y bueno, no querrás llevarte uno de esos en las bolas hasta tu casa.
Algo interesante y muy placentero es el hecho de que uno puede flotar sin esfuerzo en las aguas. No es necesario saber nadar, solo echarse y sentir como si el cuerpo dejara de pesar o como si, de repente, se encontrara en una reconfortante situación de ingravidez. Pero ¡guarda! que si te descuidas y cierras los ojos, las aguas pueden llevarte y terminarás en las piernas de alguna chica flotante.
Por otro lado, las lagunas conservan muy bien el calor, por lo cual, a pesar de que la temperatura ambiente baje, siguen estando considerablemente más cálidas.
La entrada cuesta 1 sol, al igual que la ducha, mientras que el baño está a 0.50; muy barato para tratarse de un lugar del que vas a salir no sé si un poco más sano, pero eso sí, muy relajado.
A la salida puedes comprar vino de higo a 8 o 10 soles (muy buenos), así como higos de todos los tamaños y cantidades.
Y por supuesto, frejol colado, chapanas, diversas comidas y también dulce de higo, como en la foto.
Y en la carretera podemos tomar un buen helado de las marcas Ovni o E.T. para recordarnos que estamos en uno de los lugares más conocidos por estos temas en el Perú. Al menos por ahora, porque desde que autorizaron que se construya la termoeléctrica Fénix Power exactamente en la playa donde se daban los avistamientos, la han fregado grandemente.
Saludos y que tengan un buen final de febrero. Ya vienen las clases, qué joda.