Tendría unos 17 o 18 años. Era Navidad y mi tía había preparado un ollón comedor popular style lleno de chocolate caliente, eso sin mencionar el pavo con mazamorrita de manzana y ensalada con mayonesa. Pero yo tenía que ir a un tono del grupo parroquial, así que estaba algo apurado. Como mis familiares no querían tomar mucho chocolate, decidí tomar una taza más, para posteriormente dirigirme a la carrera al tono. Dióse la circunstancia de que, como buen grupo parroquial, no dieron cerveza sino gaseosa, lo que ocasionó una casi inmediata reacción adversa en mi estómago que me hizo terminar en el baño, pagando las consecuencias de mis actos.
La culpa de esto, la tuvo la Blanca Navidad, sin duda.
Y es que en el Perú (y sospecho que en casi todos los países del hemisferio sur) nos hemos acostumbrado a celebrar Navidad como si estuviéramos en un invierno más frío de lo habitual, en lugar de en pleno inicio del verano. Las chocolatadas calientes se multiplican bajo un sol implacable o, al menos, con un bochorno insoportable. Aunque creo que lo peor de todo son los ridículos decorados que adornan algunos espacios públicos, por no hablar ya de las viviendas particulares.
Aunque creo que peor aún es el árbol de Navidad del óvalo de Miraflores donde el Banco Financiero, Saga u otras empresas aprovechan para poner sus nombres en las bolas (comercializando aún más la ya comercializada fiesta) o las bolas rojas con el logo de Coca Cola que pusieron en el óvalo de San Isidro hace unos años.
Lo que me quita el sabor desagradable de tanta alienación es visitar nacimientos (belenes). Cada iglesia suele hacer el suyo, pero uno de los más bonitos es el de la Iglesia de La Merced, en el Jirón de la Unión. Y también tuve la oportunidad de asistir a una exposición de nacimientos peruanos en la Casa O'Higgins de la PUCP. ¡Qué belleza! Los belenes nos recuerdan que, más allá de solsticios o regalos, el verdadero motivo de celebración es la conmemoración del nacimiento de Jesucristo, y es quizá por esto, que son los belenes y no los árboles u otros "decorados" los que están siendo prohibidos en las calles de muchas ciudades de la Europa renegada de sus tradiciones.
La culpa de esto, la tuvo la Blanca Navidad, sin duda.
Y es que en el Perú (y sospecho que en casi todos los países del hemisferio sur) nos hemos acostumbrado a celebrar Navidad como si estuviéramos en un invierno más frío de lo habitual, en lugar de en pleno inicio del verano. Las chocolatadas calientes se multiplican bajo un sol implacable o, al menos, con un bochorno insoportable. Aunque creo que lo peor de todo son los ridículos decorados que adornan algunos espacios públicos, por no hablar ya de las viviendas particulares.
Un reno en los jardines del Congreso. |
Otros renos y decoración que simula nieve... en una ciudad donde nunca ha nevado, concretamente en la Plaza Mayor. |
Un hombre de nieve derretido, un copo de nieve y dos renos en La Punta. El delfín de atrás también es ridículo pero no es navideño. |
Lo que me quita el sabor desagradable de tanta alienación es visitar nacimientos (belenes). Cada iglesia suele hacer el suyo, pero uno de los más bonitos es el de la Iglesia de La Merced, en el Jirón de la Unión. Y también tuve la oportunidad de asistir a una exposición de nacimientos peruanos en la Casa O'Higgins de la PUCP. ¡Qué belleza! Los belenes nos recuerdan que, más allá de solsticios o regalos, el verdadero motivo de celebración es la conmemoración del nacimiento de Jesucristo, y es quizá por esto, que son los belenes y no los árboles u otros "decorados" los que están siendo prohibidos en las calles de muchas ciudades de la Europa renegada de sus tradiciones.
Nacimiento de la Iglesia de La Merced. |
Nacimiento ayacuchano en forma de retablo. |
Nacimiento cusqueño. |
Nacimiento ayacuchano en piedra de Huamanga. |
Coincido contigo, las fiestas navideñas me enferman un poco.
ResponderBorrarEl sentido comercial lo ha deformado todo, absolutamente todo.
Que nunca se pierda el verdadero sentido de la Navidad, que no es un "espìritu navideño" ni un reno rodolfo sino el mismo Cristo que se hizo carne por nosotros.
ResponderBorrarFeliz Navidad.