Eterno verano.

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jueves, 9 de junio de 2016

25 imágenes del Cementerio Presbítero Maestro.

El Presbítero Maestro fue el primer cementerio que tuvo la ciudad de Lima. Gracias a su construcción se dejó de lado la costumbre de enterrar a las personas debajo de las iglesias. Alberga tumbas y nichos desde inicios del siglo XIX de hombres, mujeres, niños y no nacidos. Uno puede encontrar las tumbas de personajes destacados de la época de la independencia, así como de religiosos y gente común, con interesantes epitafios y bellos mausoleos. Actualmente ya no se realizan entierros en su interior, siendo un museo.

1. Fotografía de madre con su niño/a fallecido/a, en el museo adjunto. Era costumbre hasta entrado el siglo XX tomar fotografías post mortem a los pequeños, generalmente con los brazos en actitud de entrega.


2. Entrada por lo alto.


3. Entierros de fetos, nacidos muertos y niños.


4. El Presbítero constituye uno de los últimos refugios dentro de la ciudad de los antiguos árboles que ocupaban el valle de Lima. He observado molles y taras, entre otros.


5. Gallinazos, los guardianes de la muerte.

6. Mausoleo vacío.


7. "Quiteño, declarado peruano de nacimiento por el Congreso. Modelo de padre de familia. Fue uno de los fundadores de la independencia americana".


8. Que nadie se atreva a juzgar: "Con la vara con que midieres, con esa serás medido".


9. Nichos de niños.


10. Epitafio en latín.


11. Visiones de la muerte: "Aquí acaban los sinsabores de la vida humana" / "Esperando la resurrección de la carne".


12. Una madre que dejó Chile y vino a Perú para acompañar a su hijo, y aquí falleció.
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13. Conmovedor epitafio de quien falleciese tras una dolorosa enfermedad. Alguien dejó una flor en su memoria, a pesar de haber transcurrido más de siglo y medio de su muerte.
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14. Damas caritativas.

15. Joven asesinado por serenos en 1862.

16. Esposa y madre de cinco hijos.

17. Pequeño vigilante.

18. Depósito de viejos ataúdes.

19. Después de una noche de garúa.

20. Nichos de religiosas.


21. Vida heroica.

22. Al centro, la tumba de Alfonso Ugarte.

23. Dando sombra al eterno descanso.

24. La fuerza de la vida abriéndose paso entre el concreto.


25. Cristo, la Vida esperándonos al otro lado del túnel.

Notas:

a) Las fotografías fueron tomadas el sábado 1 de agosto de 2015, un día particularmente solitario y sin visitantes, en medio del invierno limeño.

b) Para seleccionar estas fotos tomé en cuenta dos criterios:

1. Que no fueran de los monumentos o nichos más conocidos (de esas fotos está repleta internet).

2. Que mostraran la forma en que la vida (plantas, animales, representaciones artísticas esperanzadoras) surge en medio de un entorno tan aparentemente contradictorio como es un cementerio.

Espero que haya sido de vuestro interés y se animen a visitar este lugar tan histórico e interesante de nuestra bella Lima.

lunes, 4 de noviembre de 2013

La vida y la muerte cruzándose en El Sauce.

Son varias las cosas que aún no tengo en claro, entre ellas si el cementerio se llama "El Sauce" o "Los Sauces". Ambas denominaciones se entrecruzan en diálogos y señalizaciones, lo mismo que los nichos que trepan los cerros con las casas de las invasiones allá arriba, o como la muerte y la vida en sus terrales en el Día de los Muertos.

Tomamos el carro en el Metro de La Hacienda (o Metro de San Juan de Lurigancho para los que somos foráneos). Habían colectivos que te llevaban por un sol, y es que el cementerio no está demasiado lejos de la avenida principal. En el trayecto iba recordando la primera vez que escuché algo sobre el sitio: fue a finales de 2008 cuando un asustado taxista llamó al programa "Viaje a otra dimensión" del Dr. Anthony Choy a contar cómo había tenido un encuentro paranormal en una noche en la que llevó a una habitante del asentamiento humano contiguo hasta su casa. La historia fue elegida como la más terrorífica de ese año por el programa. Posteriormente llegarían los testimonios del guardián y de los vecinos que aseguraban haber visto extrañas presencias especialmente en la zona donde están enterrados los bebés.

Pero sigamos con el recorrido.

Okei no.
Lo primero que observamos en las calles cercanas fue la presencia de vendedores de todos los tipos, así como gente bebiendo licor y haciendo pachamancas con piedras y ladrillos en los exteriores de varias casas. Aunque lo más interesante fue encontrar a Los Elegantes de la Cumbia de Luchito Asencio (chapa tu radio y sintoniza la pirataza Sabor 106.7 si es que vives en SJL, el Rímac o el Cercado) presentándose gratis en una casa a medio construir.

¡Sabor!
Las calles repletas.
Pachamanca urbana.
Entrando a El Sauce.
Nótese el asentamiento humano que está sobre el mismo cerro que los nichos.
Ya dentro de El Sauce (dicho sea de paso, el segundo cementerio más grande de Lima después del de Nueva Esperanza) todo se ponía más sabrosón. Era la anarquía total. Gente trepada en los nichos para colocar velas. Gente bebiendo cajas y cajas de cerveza, acompañados de bandas de música del centro, del sur o del norte, e incluso danzantes de tijeras. Tumbas medio destruidas. Una cruz tirada sobre la tierra. Gente orinando detrás de las tumbas más escondidas. Velas, comida, bailes, familias de todas las procedencias, gente que hablaba en quechua cuando tomaba, parlantes, fotos y más trago.

Me gustó.

¡Qué chucha miras!

No desaparece aquello que muere, solo lo que se olvida.

Cheleando hasta pasar a mejor vida.

Aunque parezca olvidada, alguien dejó flores en aquella tumba.





Yo también quisiera que me entierren en un mausoleo en forma de iglesia.

Tumba de miembros de los Israelitas del Nuevo Pacto Universal.

Con ritmo.


Desde lo alto.

Y llegó la noche.
Algunas familias quizá se hayan amanecido junto a las tumbas de sus seres queridos. Lo cierto es que a las 7pm aún eran muchos los que conversaban, oraban, tomaban, etc, y se notaba que tenían para rato. Fue una experiencia muy interesante y totalmente diferente a otros cementerios como Parque del Recuerdo donde no te permiten dejarle al muerto ni un caramelo ni ponerle canciones así sean instrumentales. Eso no es un cementerio. Allí la gente no puede expresarse en lo más mínimo ni darle un poco de vida a aquellos que ya pasaron a una vida mucho mejor, como en El Sauce.