Hace exactamente un año, desarrollaba mis prácticas pre-profesionales en un conocido hospital de salud mental de mi ciudad. Vi muchas cosas que no vienen al caso, pero hubo una que llamó mi atención y me hizo pensar e investigar llegando a descubrir un interesante término: "Psiquiatrización de la vida cotidiana".
Resulta que en aquella mañana me encontraba junto a la psiquiatra de turno, quien escuchaba a los pacientes (la mayoría con esquizofrenia) relatarles cómo había sido su sueño la noche anterior. Todo rutinario hasta que se acercó uno, visiblemente asustado, para contarle una aterradora experiencia: En plena madrugada había sido despertado bruscamente por una serie de golpes en su cabecera. Molesto, miró a su alrededor pensando que le estaban jugando una broma, pero lo único que observó fue la figura luminosa de un hombre parado sobre una de las mesas del cuarto. A los pocos segundos esa figura saltó hacia el piso pero inmediatamente desapareció. Otro de los pacientes dijo haber observado, en ese mismo cuarto, la aparición de otra figura días antes, pero a ambos la psiquiatra les dijo que, seguramente, se trataba de alucinaciones debidas a la necesidad de un reajuste en su medicación. Sin embargo, una vez hubieron terminado las entrevistas, la médico me comentó que en todos los años que llevaba trabajando ahí había escuchado lo mismo en varias ocasiones y siempre de pacientes que habían residido en ese cuarto en específico. Estaba convencida de que "algún tipo de energía debe quedar después de la muerte", sobre todo porque escuchó que varias décadas atrás otro paciente se había suicidado en esa habitación.
¿Será que muchos supuestos "pacientes psiquiátricos" en realidad son personas particularmente sensitivas hacia "lo paranormal" pero que esta sociedad descreída y cientificista busca encasillarlos en una categoría "controlable y tratable" que no cuestione la comodidad de sus certezas?
¿Cuántos esquizofrénicos lo son en realidad? Seguramente la mayoría, pero ¿será que en otros muchos casos sus padecimientos esconden "algo más"?
Pero volvamos a aquel término "Psiquiatrización de la vida cotidiana".
Desde hace algún tiempo, distintos investigadores, organizaciones y gente con dos dedos de frente está denunciando y extrañándose ante la revisión y re-revisión de los distintos manuales de enfermedades psiquiátricas, en los cuales se nombra, renombra, desglosa, unifica y sobre todo, se crean nuevos "trastornos" a placer de los especialistas en cada nueva edición. Cosas que hasta hace solo unos años eran consideradas dentro de "la normalidad" y no llamaban la atención de nadie, hoy, a causa del masivo bombardeo de miedo llevado a cabo desde los medios de comunicación por supuestos "especialistas" causan verdadero pavor y preocupación en los padres. Nombres como el infame "Trastorno de déficit de atención con hiperactividad" (TDAH) se han colado en el lenguaje y el miedo de millones de madres que, basta que vean a su hijo hacer algo "que se salga de la línea" (la línea de lo que ellas consideran "correcto", es decir "mientras no interrumpas mi novela, todo bien") para que lo lleven al loquero más cercano y religiosamente les hagan tragar una retahíla de fármacos, verdaderas bombas químicas que lo convertirán en un ser aletargado, drogado y, en mayor o menor medida, dependiente para siempre. Por cierto, León Eisenberg, psiquiatra "descubridor" de este "trastorno" confesó poco antes de morir y después de haberse vivido los millones que ganó, que era una enfermedad inventada. Pero vamos, es negocio, hay que acabar con el stock que las farmacéuticas tienen en reserva. ¿La salud? A la mierda.
Cosas completamente normales como la vitalidad, energía y natural curiosidad ante el entorno por parte de los niños (análoga en los cachorros de animales y a los cuales no se droga para evitarlo) son actualmente "diagnosticados" como manifestaciones del TDAH, cuando no de cosas peores. En palabras del psicólogo español Ricardo Ros registradas por el diario "El Mundo": "'Cosas normales' como la timidez de los niños o la rebeldía de los adolescentes 'se tratan como enfermedades'. Ros, autor del libro 'Stop a la ansiedad', considera que la industria farmacéutica 'trata de que cualquier cosa se convierta en trastorno mental para dar el pastillazo'". La última estocada del capitalismo: ahora no solo nos venden hamburguesas y chucherías sino también "enfermedades".
Actualmente desarrollo mis prácticas en una institución que trata con menores de edad que han experimentado algún tipo de consumo de sustancias psicoactivas o que tienen problemas conductuales. Los primeros son casos más complicados, así que prefiero centrarme en los segundos, los que son más factibles de solucionarse desde una perspectiva psicológica y social. Y así, entre las adolescentes con supuestos problemas conductuales hubo una que llamó mi atención por sus características de comportamiento: se trata de una chica extremadamente inteligente para su edad, con reglas de vida claras y descubiertas por ella misma, con un nivel de conversación análogo e incluso superior al de muchos adultos, muy receptiva ante los estímulos de su entorno, al punto de que aprendió otro idioma sin necesidad de ir a un instituto sino solo mediante la música. También muestra una gran capacidad de cuestionamiento ante lo que observa (el famoso "pero por qué" que tanto desespera a los padres, especialmente a los más superficiales o ignorantes) y una frase que llamó mi atención por ser recurrente en estos casos: "Las demás chicas me hacen a un lado porque dicen que soy distinta, que hablo distinto, que sé más cosas, que no debería estar aquí, no me dejan jugar con ellas, pero yo no les contesto mal porque eso es negativo". Yo, a su edad, si mis compañeros me hubieran excluido por eso, no hubiera respondido de una forma muy asertiva que digamos.
Niños y adolescentes como ella empezaron a ser el dolor de cabeza de muchas familias alrededor del mundo, más o menos desde la década de los 80s y llamaron la atención no solo de las diabólicas mentes de Eisenberg y los mercaderes de "la salud" sino incluso de una corriente de pensamiento espiritual muy fuerte en aquella época: La Nueva Era. La aparición de estos pequeños que "rompían" el letargo de las anteriores generaciones fue identificado por ellos como la nueva generación que abriría el camino, una nueva evolución de la consciencia humana. Nancy Ann Tappe les dió el nombre de "niños índigo" en una obra de 1982, porque según ella "tienen el aura de ese color" y en 1998 el libro "The Indigo Children: The new kids have arrived" terminó de difundir la idea entre el público general, ávido de "cambios de era" y cuestiones milenaristas por aquellos años.
Pero ¿cuáles serían las características de estos niños índigo?
Desde hace algún tiempo, distintos investigadores, organizaciones y gente con dos dedos de frente está denunciando y extrañándose ante la revisión y re-revisión de los distintos manuales de enfermedades psiquiátricas, en los cuales se nombra, renombra, desglosa, unifica y sobre todo, se crean nuevos "trastornos" a placer de los especialistas en cada nueva edición. Cosas que hasta hace solo unos años eran consideradas dentro de "la normalidad" y no llamaban la atención de nadie, hoy, a causa del masivo bombardeo de miedo llevado a cabo desde los medios de comunicación por supuestos "especialistas" causan verdadero pavor y preocupación en los padres. Nombres como el infame "Trastorno de déficit de atención con hiperactividad" (TDAH) se han colado en el lenguaje y el miedo de millones de madres que, basta que vean a su hijo hacer algo "que se salga de la línea" (la línea de lo que ellas consideran "correcto", es decir "mientras no interrumpas mi novela, todo bien") para que lo lleven al loquero más cercano y religiosamente les hagan tragar una retahíla de fármacos, verdaderas bombas químicas que lo convertirán en un ser aletargado, drogado y, en mayor o menor medida, dependiente para siempre. Por cierto, León Eisenberg, psiquiatra "descubridor" de este "trastorno" confesó poco antes de morir y después de haberse vivido los millones que ganó, que era una enfermedad inventada. Pero vamos, es negocio, hay que acabar con el stock que las farmacéuticas tienen en reserva. ¿La salud? A la mierda.
Cosas completamente normales como la vitalidad, energía y natural curiosidad ante el entorno por parte de los niños (análoga en los cachorros de animales y a los cuales no se droga para evitarlo) son actualmente "diagnosticados" como manifestaciones del TDAH, cuando no de cosas peores. En palabras del psicólogo español Ricardo Ros registradas por el diario "El Mundo": "'Cosas normales' como la timidez de los niños o la rebeldía de los adolescentes 'se tratan como enfermedades'. Ros, autor del libro 'Stop a la ansiedad', considera que la industria farmacéutica 'trata de que cualquier cosa se convierta en trastorno mental para dar el pastillazo'". La última estocada del capitalismo: ahora no solo nos venden hamburguesas y chucherías sino también "enfermedades".
Actualmente desarrollo mis prácticas en una institución que trata con menores de edad que han experimentado algún tipo de consumo de sustancias psicoactivas o que tienen problemas conductuales. Los primeros son casos más complicados, así que prefiero centrarme en los segundos, los que son más factibles de solucionarse desde una perspectiva psicológica y social. Y así, entre las adolescentes con supuestos problemas conductuales hubo una que llamó mi atención por sus características de comportamiento: se trata de una chica extremadamente inteligente para su edad, con reglas de vida claras y descubiertas por ella misma, con un nivel de conversación análogo e incluso superior al de muchos adultos, muy receptiva ante los estímulos de su entorno, al punto de que aprendió otro idioma sin necesidad de ir a un instituto sino solo mediante la música. También muestra una gran capacidad de cuestionamiento ante lo que observa (el famoso "pero por qué" que tanto desespera a los padres, especialmente a los más superficiales o ignorantes) y una frase que llamó mi atención por ser recurrente en estos casos: "Las demás chicas me hacen a un lado porque dicen que soy distinta, que hablo distinto, que sé más cosas, que no debería estar aquí, no me dejan jugar con ellas, pero yo no les contesto mal porque eso es negativo". Yo, a su edad, si mis compañeros me hubieran excluido por eso, no hubiera respondido de una forma muy asertiva que digamos.
Niños y adolescentes como ella empezaron a ser el dolor de cabeza de muchas familias alrededor del mundo, más o menos desde la década de los 80s y llamaron la atención no solo de las diabólicas mentes de Eisenberg y los mercaderes de "la salud" sino incluso de una corriente de pensamiento espiritual muy fuerte en aquella época: La Nueva Era. La aparición de estos pequeños que "rompían" el letargo de las anteriores generaciones fue identificado por ellos como la nueva generación que abriría el camino, una nueva evolución de la consciencia humana. Nancy Ann Tappe les dió el nombre de "niños índigo" en una obra de 1982, porque según ella "tienen el aura de ese color" y en 1998 el libro "The Indigo Children: The new kids have arrived" terminó de difundir la idea entre el público general, ávido de "cambios de era" y cuestiones milenaristas por aquellos años.
Pero ¿cuáles serían las características de estos niños índigo?
Se trataría de seres de luz, niños y adolescentes rompedores y cuestionadores del sistema en el que viven pero la lógica frustración ante el no poder hacerlo y sentir que viven en un mundo que se rige por reglas que no entienden, sumado a la natural rebeldía adolescente generaría que se lanzasen como "rebeldes con causa" hacia todo lo que les rodea. En el camino algunos se desviarían, cayendo por su natural curiosidad y ánimo de conocerlo todo, en cosas no muy sanas que digamos e incluso en la agresión, pero demostrando siempre una gran inteligencia y un planeamiento refinado de todo lo que hacen. Si algo hay que educar (ojo, educar, no dopar) en ellos es ese ímpetu y canalizarlo hacia actividades que satisfagan su ansia de conocimiento. Por ejemplo, si se encuentran en un colegio donde les enseñan que las operaciones matemáticas deben hacerse siguiendo forzosamente tales o cuales pasos pero el niño se siente aburrido porque puede hacer lo mismo tomando atajos debería considerarse cambiarlo a un colegio donde se incentive la creatividad y las reglas sean un poco más flexibles.
Estoy seguro que la jovencita mencionada (de existir realmente esta categoría) sería una niña (adolescente) índigo, así como he conocido algún otro caso incluso cuando estaba en el colegio. Supuestamente, después de los índigo y para calmar las aguas y llevar las cosas de una forma más espiritual están llegando del 2000 en adelante los "niños cristal", pero esa ya es otra historia.
Me voy a Chilca a equilibrar mis chakras. Feliz feriado del trabajador.
curioso, mmm ahora que lo mencionas en mi familia soy el que mas apariciones ha sentido, creo que en total 6 en toda mi vida y me parece que soy lo bastante cuerdo jejejeje
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