Durante innumerables eones (por más que en aquella realidad el tiempo no existe) vivimos juntos, en alguna región indeterminada de aquel universo. Y llegó un momento en que tuvimos que (elegimos, en realidad) descender a la materia.
Pero necesitábamos tanto el uno del otro, que a pesar de que la vida material es una experiencia corta, no quisimos separarnos, por más que sabíamos que después, volveríamos a estar juntos espiritualmente por otros eones más, hasta volver al Padre.
Es así que nos encontramos en esta vida, bajo la forma de dos seres mortales e imperfectos, desconociendo nuestra real naturaleza, pero intuyéndola. En cada palabra, en cada acto, en cada momento, desde la primera vez de nuestro reencuentro en el mundo de la imperfección y el tiempo.
Es increíble. Hay tanto espacio, tantos mundos, tanta Creación, tanto tiempo, tantas posibilidades y hemos coincidido. Nos esperan tantos eones de no-tiempo juntos. Es la maravilla de ser dos espíritus que, en el fondo, son uno.
Que el Destino siempre nos guarde.
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