Eterno verano.

martes, 27 de enero de 2015

Cerro Azul, entre el mar y la historia.

Desde hace dos veranos quería volver.

Y volví.

Cerro Azul es un pueblo situado un poco antes de llegar a San Vicente de Cañete, entre la Panamericana Sur y el mar. Lugar con historia, sitio preferido para campamentos, atardeceres majestuosos y un gran muelle que es el símbolo del distrito, o mejor dicho, de su playa más concurrida: Puerto Viejo. Allí, algunas personas pescan, otras se juran amor eterno y los más osados se lanzan al mar para comprobar si es cierto que allí la vida es más sabrosa.

Una vez visitada la playa y el museo de sitio, podemos dirigirnos hacia los cerros que rodean el lugar. No hay formas directas de ingresar (en el sentido de una escalera construida para tal fin), pero podemos adentrarnos entre las casas, específicamente por la calle Ferrari, saltar una tranquera y empezar a subir. En las laderas encontraremos una serie de estructuras de adobones a medio enterrar. Son, probablemente, los restos de la Fortaleza de Guarco y otras edificaciones relacionadas. De los Guarco ya hablé en mi post sobre Ungará, y este también fue uno de sus últimos lugares de resistencia frente a la invasión Inca. El lugar es tranquilo y podemos quedarnos buen rato observando parte de la imponente obra de los pobladores originales del valle y rendirles con ello, un merecido homenaje.






Gente lanzándose desde el muelle para posteriormente caer como malaguas sirenas sobre el mar.

La inmensidad del mar, relajante y propicia para una buena conversación o, simplemente, para observar en silencio.

Intentando llegar al horizonte sobre un colchón inflable. Y en trío :3


Playas escondidas al otro lado de los cerros.

Puerto Viejo desde lo alto.

Caminantes en los cerros, regresando de la cruz.

Cerro El Fraile.

Restos arqueológicos entre los cerros El Fraile y Centinela.


Restos posiblemente pertenecientes al Señorío de Guarco.



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