Eterno verano.

martes, 20 de enero de 2015

Rapidín 1: Estómago de hierro y Coca Cola.

Digamos que entre mis amigos tengo fama de tener "estómago de hierro". Como casi en cualquier lugar y hago mezclas imposibles de alimentos y bebidas. De adolescente y hasta hace un par de años era aún más salvaje, hasta que mi cuerpo perdió su equilibrio y me empecé a inflar como un globo (no cargado de helio sino de otros gases) y subí más de 20 kilos. Actualmente me estoy estabilizando en cuanto a peso, pero supongo que, a menos que me haga una liposucción, mi vientre no volverá a estar totalmente plano nunca más.

Pero además de la subida de peso, otras cosas empezaron a fallar (aunque después) y es que ocasionalmente sí hay cosas que empiezan a caerme mal, pero mi cuerpo reacciona a tiempo y logra vencer el desajuste, aunque con ciertas ayuditas.

En mi familia no hay cultura de prevención y ni siquiera de ir al médico cuando estamos un poco mal. Hay la cultura del "aguántate" o el "pregúntale al farmacéutico qué te puede calmar ese dolor" y automedicarse. Por eso es que muchos de mis parientes han terminado en el hospital solo para dar sus últimos respiros o para salvarse de la pelona por muy poco y quedar con secuelas por el resto de sus vidas.

En otras palabras: nadie en mi familia va al doctor por un "simple dolor de estómago" y yo tampoco suelo hacerlo (soy un irresponsable, lo sé, y sé que quizá me termine lamentando), aunque en mi caso he aprendido a curar mis eventuales desajustes gástricos tomando tocosh. Es muy efectivo y me ha calmado muchas veces, pasado lo cual, la sigo con salchipapas, ceviches y gaseosa helada a discresión.

Pero en ocasiones no viene la señora de la mazamorra de tocosh o me da flojera ir hasta Gamarra a comprar unas botellas de suero de dicho elemento. Y es ahí cuando comprobé una leyenda urbana.

Dicen por ahí que la Coca Cola se inició como un remedio para los problemas gástricos, pero que fue un fracaso en ventas y por ello terminó convertida en gaseosa. De esta bebida también dicen que sirve para sacarle brillo a los aros de las llantas, así que no sé, pero lo que puedo decir es que a mí sí me calma. Lo mismo la Pepsi. No sé qué tienen o si será una suerte de efecto placebo, pero me calman bastante y veo en la web que a muchos otros les pasa igual. Así que por más que digan que es una leyenda, ahora lo sé: he estado tomando remedio para el estómago toda la vida y recién caigo en la cuenta y ha de ser en parte por eso que mi estómago es de hierro (y que el azúcar en mi sangre anda un tanto elevada, porque nada es perfecto).

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